Villalar, la gran mentira
Quedan apenas diez días para que Castilla y León celebre, un año más, su gran mentira. El Día de Villalar. Una fiesta que ya no es la que era; que en mi modesta opinión nunca debió existir, pero que ya que existe, creo que nunca llegará a ser lo que los políticos quieren que sea. Y no es un trabalenguas. El Día de Villalar es una boludez, como diría un argentino. Y una fiesta discriminatoria. Es, por mucho que pretendan vendernos la moto, una fiesta de, por y para los de izquierdas. La campa de Villalar siempre ha sido escenario de reivindicaciones sociales. De movidas. Fue ilegal en los últimos años de la dictadura de Franco, que es cuando empezó a celebrarse esta singular festividad. Hubo palos y se detuvo a gente. Era otra época y daba la sensación de que ir a Villalar era algo romántico. Pero hoy en día, para lo único qu sirve es para que vayan cuatro radicales de izquierdas con un pañuelo rojo al cuello a ondear las banderas de la II República Española y la de la Hoz y el martillo de los comunistas. Todavía estoy esperando a ver una bandera rojigualda, creada en 1785, durante el reinado de Carlos III y no por Franco como dicen algunos ignorantes. También sirve para ir con los colegas de acampada la noche antes a emborracharte, o para tomar unas cañitas al vermú mientras haces oidos sordos a los discursos políticos, cada vez más aburridos y cansinos. Y es que los que no piensan, visten y vocean como estos radicales de izquierdas y algunos no tan radicales, pero sí de izquierdas, son unos fachas, y no tienen cabida en la campa. Además, esta fiesta que se supone que es de Castilla y León, es más de Castilla que de León en todo caso. Los leoneses jamás la celebrarán por mucho que lo intenten. No les sale. Aunque castellanos y leoneses conviven juntos en una Región, la mayoría de éstos últimos se sienten leoneses, no castellanos. Están en otra onda. Y Villalar es una festividad eminentemente castellana. El último suspiro de la libertad castellana, como dicen los historiadores. Y me la risa. Porque ya puestos, debemos ser la única región de la España autonómica que conmemora una derrota. Por muy dolorosa y honrosa que fuese, no deja de ser una derrota. Las tropas de Carlos I, sin despeinarse, decapitaron en una noche a los tres cabecillas de la revuelta. Y poco a poco fueron sumando a sus dominios las ciudades llamadas comuneras. Y final de la historia. Yo no me imagino a los jugadores del Real Madrid de fútbol o a sus aficionados yendo a la Cibeles a celebrar que han quedado segundos en la Liga o que han perdido la final de Copa del Rey pero dando una buena imagen. Pues lo de Villalar es lo mismo. Nos han vendido la moto de que hay que buscar una fecha que una a castellanos y leoneses y que fomente una seña de identidad. Y creo que no es el mejor día. Porque, entre otras cosas, el sentimiento de Comunidad en Castilla y León brilla por su ausencia. Por mucho que queramos, los castellanos y leoneses nunca seremos como los catalanes o los vascos. A Dios gracias, por cierto. Creo que en Castilla y León hay otras fechas y celebraciones más importantes y representativas que reflejan mucho mejor lo que somos y lo que se espera de nosotros. La Semana Santa por ejemplo. Ahí nuestra Comunidad sí que tiene mucho que decir. Y si por algo nos conocen en el mundo es por la semana de Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.
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La bandera de la II República y la hoz y el martillo nunca fallan en Villalar |
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