¿Sanidad pública de calidad?
Siete de cada diez castellanos y leoneses están satisfechos con la sanidad pública que tenemos en Castilla y León. Barómetro sanitario dixit. Pues yo debo ser uno de los tres que no están contentos . Y, por primera vez, y sin que sirva de precedente, creo que Zapatero no es el culpable. Aunque en mi caso, no es que no esté contento, sino más bien enfadado e indignado. Por lo que si a mi me pregunta el que se encargue del barómetro ese, que no es más que propaganda, qué me parece a mi la Sanidad, mi respuesta hubiese sido otra bien distinta. Pésima, diría yo. Y no porque no haya médicos especialistas buenos, que los hay, y son la la mayoría, sino por la incompetencia de muchos médicos de cabecera, que pasan de todo, y les gusta más el compadreo y el ji ji ja ja, que atender y preocuparse por el paciente, y por algunos o algunas que son las que se encargan de gestonar las citas y los horarios, que o no se enteran de la película o no se quieren enterar, que no sé que es peor. Si por mi fuera, dejaba de pagar a ese sistema que dicen ¿solidario? llamado Seguridad Social, que solo hace que sacarnos los cuartos a los que trabajamos -cada vez menos, por cierto, según los datos del paro de hoy-, para disfrutar, entre otras cosas, de una sanidad pública, de calidad, especializada y no se que más adjetivos decir, porque no me lo creo.
Escribo de esto porque lo que le está ocurriendo a mi pareja, Isabel, es de juzgado de guardia. En noviembre pidio cita para el traumatólogo porque tenía unos dolores de espalda terribles.La fecha de consulta que le dieron: 1 de abril. O sea, cinco meses de espera. Entre medias, ella siguió trabajando con dolores hasta marzo. Hasta que dijo basta y hasta aquí hemos llegado. El médico de cabecera le dio la baja, pero su sagrado dictamen fue el de unos antiinflamtorios, reposo y paciencia. Ante esta tesitura, y como los dolores no disminuyen,acabamos en Urgencias. El médico que le atendió, muy amable, hizo lo que pudo. O sea nada. No por su culpa, sino porque no podía hacer otra cosa que una radiografía, una 'banderilla' y más pastillas. Eso sí, nos recomendó una resonancia. Dijo que era la única forma de saber qué es lo que tiene Isabel. Pero he ahí, que lo que parece tan fácil, no lo es. A través de la Seguridad Social igual os tardan dos o tres en hacerte esa resonancia, entre que pides cita al especialista y te la hacen, nos comentó. Así que Isabel opta, para agilizar, por preguntar a su empresa si a través de la mutua que tiene contratada hay alguna posibilidad de que la puedan hacer la dichosa y maldita resonancia más pronto. De esta forma, cuando llegara la cita del traumatólogo el 1 de abril, ya tuviera entre manos el resultado y el especialista sabría a que atenerse. Como no quiero enrollarme más de la cuenta, solo decir que al final la resonancia se la han hecho después de marear a perdiz e ir tres veces a consulta con la médico ¿especialista? de la mutua. Que por cierto, otra que tal baila. Que de cobrar me creo que sí sabrá, pero de medicina, lo mismo que si me pongo yo a dar una misa. Resultado de la resonancia. Tres hernias discales. Una grande y dos más pequeñas.
Por cierto, cuando elmédico de cabecera se enteró de lo de las tres hernias, se llevó las manos a la cabeza. Y encima dijo el fulano que no se imaginaba que iba a estar así la Isa. No te jode. Si no te has preocupado por ella, qué cojones vas a saber. Si fuera por él, todavía sigue la Isa de reposo, tomando pastillas y esperando un milagro en forma de paloma para que la cague encima.
Pero seguimos, dos días antes de la cita del 1 de abril con el traumatólogo de la Seguridad Social, la mandan un mensaje de que la cita de postpone al 4 de abril, o sea hoy. Vale, por un par de dias más de espera ya nos da igual pensamos. Pero llegamos hoy, -encima la cita era a las nueve menos veinte de la mañana, y digo yo que si no habrá más horas en el día, porque como vivimos en Peñafiel nos hemos tenido que levantar a las siete menos cuarto de la mañana-, para que nos atienda un médico especialista de los pies. Pero para más inri, y si no nos hubieran pospuesto la cita del día 1, el médico que nos hubiera atendido el pasado viernes hubiese sido un especialista en el hombro. Para mear y no echar gota. O para que mi pinchen y no sangrar. Me la lo mismo que lo mismo me da. Bajamos pedir cita para una nueva consultta con un especialista de espalda y nos la dan para el 4 de junio. Otros dos meses y medio más de espera. No sé como acabará todo esto, pero no hay derecho a que juegen así con las personas. Les importa tres cojones. Y encima yo escribiendo en el periódico el gran sistema sanitario que tenemos. Vaya tela.
Escribo de esto porque lo que le está ocurriendo a mi pareja, Isabel, es de juzgado de guardia. En noviembre pidio cita para el traumatólogo porque tenía unos dolores de espalda terribles.La fecha de consulta que le dieron: 1 de abril. O sea, cinco meses de espera. Entre medias, ella siguió trabajando con dolores hasta marzo. Hasta que dijo basta y hasta aquí hemos llegado. El médico de cabecera le dio la baja, pero su sagrado dictamen fue el de unos antiinflamtorios, reposo y paciencia. Ante esta tesitura, y como los dolores no disminuyen,acabamos en Urgencias. El médico que le atendió, muy amable, hizo lo que pudo. O sea nada. No por su culpa, sino porque no podía hacer otra cosa que una radiografía, una 'banderilla' y más pastillas. Eso sí, nos recomendó una resonancia. Dijo que era la única forma de saber qué es lo que tiene Isabel. Pero he ahí, que lo que parece tan fácil, no lo es. A través de la Seguridad Social igual os tardan dos o tres en hacerte esa resonancia, entre que pides cita al especialista y te la hacen, nos comentó. Así que Isabel opta, para agilizar, por preguntar a su empresa si a través de la mutua que tiene contratada hay alguna posibilidad de que la puedan hacer la dichosa y maldita resonancia más pronto. De esta forma, cuando llegara la cita del traumatólogo el 1 de abril, ya tuviera entre manos el resultado y el especialista sabría a que atenerse. Como no quiero enrollarme más de la cuenta, solo decir que al final la resonancia se la han hecho después de marear a perdiz e ir tres veces a consulta con la médico ¿especialista? de la mutua. Que por cierto, otra que tal baila. Que de cobrar me creo que sí sabrá, pero de medicina, lo mismo que si me pongo yo a dar una misa. Resultado de la resonancia. Tres hernias discales. Una grande y dos más pequeñas.
Por cierto, cuando elmédico de cabecera se enteró de lo de las tres hernias, se llevó las manos a la cabeza. Y encima dijo el fulano que no se imaginaba que iba a estar así la Isa. No te jode. Si no te has preocupado por ella, qué cojones vas a saber. Si fuera por él, todavía sigue la Isa de reposo, tomando pastillas y esperando un milagro en forma de paloma para que la cague encima.
Pero seguimos, dos días antes de la cita del 1 de abril con el traumatólogo de la Seguridad Social, la mandan un mensaje de que la cita de postpone al 4 de abril, o sea hoy. Vale, por un par de dias más de espera ya nos da igual pensamos. Pero llegamos hoy, -encima la cita era a las nueve menos veinte de la mañana, y digo yo que si no habrá más horas en el día, porque como vivimos en Peñafiel nos hemos tenido que levantar a las siete menos cuarto de la mañana-, para que nos atienda un médico especialista de los pies. Pero para más inri, y si no nos hubieran pospuesto la cita del día 1, el médico que nos hubiera atendido el pasado viernes hubiese sido un especialista en el hombro. Para mear y no echar gota. O para que mi pinchen y no sangrar. Me la lo mismo que lo mismo me da. Bajamos pedir cita para una nueva consultta con un especialista de espalda y nos la dan para el 4 de junio. Otros dos meses y medio más de espera. No sé como acabará todo esto, pero no hay derecho a que juegen así con las personas. Les importa tres cojones. Y encima yo escribiendo en el periódico el gran sistema sanitario que tenemos. Vaya tela.
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