Leo esta mañana que el periodista José María García vuelve. Lo hará en la cadena de televisión Veo 7, de la mano de Pedro J. Ramírez. De momento, regresa como colaborador, y en un programa de debate político. No de deporte. Aunque todo se andará. Dice el "maestro de periodistas" que le apetece volver a escena para devolver el cariño que ha recibido de la gente en estos años de ostracismo por su enfermedad, que afortunadamente ha superado. Y me alegro de que esté de vuelta. En primer lugar, por él. Porque significa que está plenamente recuperado y tiene ganas de dar guerra. Y, en segundo término, por la profesión periodística. Si García está con ganas dará juego. Se le pueden criticar sus formas o su peculiar estilo. Para gustos los colores, dice el vocabulario popular. Pero si algo garantiza José María García es profesionalidad periodística por encima de intereses comerciales. La investigación y la denuncia como 'modus operandi'. Y es que la prensa, en general, y sobre todo la escrita, no atraviesa por su mejor momento. Especialmente económico. Y ahí radica el principal problema. Los medios de comunicación están sometidos a una dictadura económica brutal. No de censura, como en la época de Franco, donde todo pasaba por un filtro. Y no se cual de las dos dictaduras es peor. Quizás la económica, porque teniendo libertad de expresión como se supone que tenemos tras la muerte del caudillo y según la Constitución, lo cierto es que ahora, en plena Democracia -por decir algo- es difícil poder expresarla -salvo en el anonimato que te da internet- , debido a motivos de empresa. Y esto se nota en las noticias importantes de cada día. La cobertura excesiva o minúscula según los intereses, e incluso la indiferencia, que es peor. Siempre ha existido prensa de derechas y de izquierdas. Y ambas son necesarias. En un país que se precie y se defina como demócrata, debe existir un Gobierno que, como su propio nombre indica, se dedique a gobernar. Pero también debe haber una oposición que, valga la redundancia, se dedique a eso: a opositar para poder gobernar algún día. Y estas dos funciones, en muchas ocasiones -por no decir la mayoría- la desempeñan los medios de comunicación. De uno y otro lado. No en vano, siempre se ha dicho que la prensa es el cuarto poder de un Estado democrático, tras el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial.
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José María García, genio y figura |
Pero vivimos en un mundo de comunicación interactivo y virtual, con periodistas hooligans y sectarios, sometidos a las directrices empresariales, que se bajan los pantalones y se rajan a la mínima. La prensa, en general, está acomodada. Nadie se quiere complicar la vida. Y se defiende muchas veces lo indefendible solo por mantener una posición y no perder privilegios. Dicen que los extremos no son buenos compañeros de viaje y que chocan. Y que en el equilibrio está la virtud. Algunos periodistas no llegan. Y otros se pasan de frenada. Estos últimos son los periodistas que yo denomino como hooligans. Aquellos que se ponen la camiseta de un equipo o el color de un partido político sin ruborizarse. Y defienden sus ideas hasta la última consecuencia. Hasta la muerte si hace falta. Nunca debaten. Solo vocean. Y tratan de inculcar a sus interlocutores sus mensajes sectarios y partidistas. Y esto, desgraciadamente, existe en abundancia en la profesión periodística. Por eso me alegro de que José María García vuelva. Insisto en que su estilo podrá gustar más o menos. Que sus formas gusten menos o más. Y no siempre tiene razón en lo que dice. Faltaría más. Pero si algo caracteriza a García es que no se casa con nadie. Y espero y deseo que si de verdad vuelve a primer plano, no haya cambiado.
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