Maldita sea

Bildu o ETA, como queráis llamarlo, porque es lo mismo, avanza peligrosamente hacia su único objetivo, que no es otro que la independencia del País Vasco y, por ende, reirse en la cara de todos los españoles. Lo primero aún no lo han conseguido, pero al paso que van lo lograrán más pronto que tarde. Y lo segundo, hace tiempo que lo consiguieron. Y además, a carcajadas.. Porque uno se puede reir de forma irónica, o mordaz, e incluso de forma falsa pero también a carcajada limpia, como los de Bildu. Más de trescientas mil personas han votado a estos criminales y asesinos el pasado 22M, una cifra a tener muy en cuenta. Lo que les ha permitido, de momento, obtener el gobierno de decenas de ayuntamientos, entre ellos el de San Sebastián -casi nada- y, gracias la inestimable colaboración del PNV, llevar las riendas de la Diputación de Guipúzcoa. Algo que les supondrá gestionar más de tres mil  millones de euros y hacer lo que les venga en gana, o les salga de los cojones. Aparte de que sabrán si es que no saben ya donde viven cada uno de los vascos y vascas. El PNV es imposible que pueda hacer más daño e España, primero apoyando a Zapatero en los presupuestos, y después no impidiendo el acceso de los etarras a la diputación guipuzcoana, porque lo pudo evitar y no lo ha hecho. Luego tenemos al ignorante alcalde donostiarra, el tal Izaguirre, que ya ha tomado su primera decisión al frente del Consistorio de San Sebastián: retirar la foto del Rey y las banderas de España. Pobrecitos los donostiarras. La que les espera con este tipejo, del que dicen que solo pone la cara, ya que la cabeza pensante, el que mueve los hilos, está por detrás. Solo de pensarlo da miedo. Veremos qué empresa de fuera tiene los huevos suficientes para instalarse en Donosti ahora. San Sebastián es también tierra turística. Zona de tapas, de playas hermosas... y Real, ya que debe su esplendor a la Monarquía. Veremos también los turistas que se acercan ahora hasta La Concha o a tapear por su casco antiguo. Pero así estamos en España. Es lo que hay. Siempre tirándonos piedras contra nuestro propio tejado. No olvidéis nunca estos nombres que pongo a continuación. En el futuro se les prodrá juzgar como criminales y cómplices de los asesinos de más de ochocientas personas. Se trata de Pascual Sala, Eugeni Gay, Elisa Pérez Vera, Pablo Pérez Tremps, Luis Ortega y Adela Asúa. Los nombro en negrita para que se van bien quienes son y que no los olvidaremos mientras dure la barbarie que se ha cometido el pasado 22 de mayo. Son los seis magistrados del Tribunal Constitucional, incluido su presidente, el primero de la lista, que han permitido que Bildu esté presente en las instituciones sembrando odio y miseria allá por donde van. Pero tampoco olvidéis a Pérez Rubalcaba y José Luis Rodríguez Zapatero. El tiempo pondrá a cada uno en su sitio. Eso sí, a cuenta de la sangre de algún inocente más, que seguro que perderá su vida a manos de estos etarras hijos de puta, que además seguirán brindando en las cárceles o fuera de ellas por cada nuca y familias que destrocen. Porque las pistolas y las bombas siguen ahí. Cargadas. A la expectativa. Esperando una llamada. Del infierno. Maldita sea.
Hoy en Valladolid se ha rendido un emotivo homenaje a 56 castellanos y leoneses, víctimas del terrorismo. El presidente de la Junta se ha lamentado de lo que está ocurriendo en las Vascongadas. "¡Cómo hemos podido fallar!", ha dicho Juan Vicente Herrera, escandalizado "por ver a hijos de la ETA en las instituciones". Menos es nada. Había mucha gente escuchando los discursos. Queda la esperanza de la unidad de los demócratas. De los de verdad. Los que piensan en la dignidad y en hacer justicia a los más de ochocientos asesinados por la banda, y sus familias destrozadas. Todos unidos venceremos. Tarde o temprano. ETA nunca dejará las armas. Habrá que quitárselas. No sé a qué etarra se lo oí una vez. "El día que ETA desaparezca, el País Vasco será totalmente español en 48 horas". Acabaremos con ellos, no tengo duda, pero será con la presón policial y con la ley en la mano. Pero cumpliéndola de verdad. Sin medias tintas ni concesiones por una falsa paz -porque nunca hubo guerra- ni faisanes de por medio. Siempre Rubalcaba. Mi pesadilla. Maldita sea.

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