Poner el culo

Los pepinos, sabrosos y juguetones
Agacharse y poner el culo. Y que te den y allá te las compongas. Eso es lo que está haciendo y le va a pasar al Gobierno de lo poco que queda de España con el escándalo de los pepinos. Una hortaliza, por cierto, magnífica, sabrosa y muy juguetona, que los teutones nos acabarán metiendo por el real pompis o pandero. O por las posaderas, como queráis decirlo. Que lo mismo da que me da lo mismo. Y sí, digo escándalo, porque hasta el mismísimo Rafael se hubiera inspirado, para poner letra a su mítica canción, en esta nueva aventura en la que nos han metido los alemanes. Amigos nuestros en la Unión Europea. Menos mal, porque ¿cómo serán nuestros enemigos? Prefiero no saberlo. Bueno, sí lo sé, aunque tampoco es que sean enemigos lo que se dice enemigos. Más bien son amigos con derecho a roce que nos llevan varios años haciendo más daño incluso que los alemanes ahora. Y no son europeos de la Unión. Están un poco más lejos. Cruzando el charco, nada más y nada menos. Más en concreto, se ubican en Cuba, en Bolivia, en Venezuela y también en Costa Rica, entre otros. Países liderados todos ellos por gorilas, enfermos mentales e indios acomplejados, y eso sin contar la Libia de Monseñor Gadafi, ya que me dicen mis espías que ahora las relaciones se han enfriado un poco. También en la Corea del Norte de Kin yun shun o su puta madre, como se diga su nombre, tenemos grandes amigos. Un país tolerante y democrático el coreano. En el que se trabaja para vivir y no al revés y se permite todo. O no se prohibe nada. Como en España más o menos. Primos hermanos somos. Pero, fuera bromas, la única verdad es pintamos en el mundo lo mismo que si  le da a un manco una brocha.
Con dos cojones y un palo.
Así, tal cual suena. Con un par. Llega Alemania y nos acusa de venderles una serie de palés con pepinos contaminados, que han causado la muerte de una veintena de personas y decenas ya ingresadas con problemas. Nos paralizan la producción. Congelan la salida de nuevas hortalizas. Alarman a la población de forma innecesaria y nos llaman de todo menos guapos. Y a los cuatro días, dicen que no, que nuestros pepinos son sanos y que son lo más de lo más. Que aquí no ha pasado nada y que bueno, que esperamos que este asuntillo de nada no afecte a nuestras excelentes relaciones diplomáticas. Nos acaban de devolver la Eurocopa de fútbol que les ganamos y la eliminación de semifinales del Mundial en forma de pepino. Y mientras tanto, Zapatero sin decir ni mú, no sea que se enfade la Merkel. Y nuestra ministra, la Pajín, tenía que haber hecho de Zapatero, porque para decir lo que dijo, mejor estaba callada. Afirma la sanitaria, con rotundidad, que esto de los pepinos es un pequeño problema sin importancia que estamos tratando de resolver. ¿Pequeño problema sin importancia? Díselo tú a los agricultores que se han quedado sin cobrar kilos y kilos de pepinos. Si lo pagaras tú de tu bolsillo, no te jode. Y con la que está cayendo. La puntilla para el campo. Nos toman por el pito de un sereno. Y menos mal que ha sido la alemana Merkel, porque si nos pasa esto mismo con los italianos, llega el cachondo del Berlusconi y encima de metérnosla doblada, nos vacilaría un poco, tampoco mucho por aquello de no ofender ni hacer leña del árbol caído, y se follaría a alguna ministra si hiciera falta y si no también. Y luego, como no podía ser de otra manera, lo contaría en la tele, ya que si no, no sería lo mismo. Lo que hace la vanidad masculina. En fin, que se me va la pinza. Pero para desgracia, vergüenza y deshonor, nos la han vuelto a colocar en la misma jeta. Aquí paz y después gloria. Y a pelarla. Una España grande y libre quería Franco, una España pequeñita pequeñita y cada vez menos libre y más sectaria dejará nuestro Líder y Sumo Sacerdote José Luis Rodríguez Zapatero cuando por fin y de una vez por todas se marche de La Moncloa con destino a León.

Comentarios

Entradas populares