Pequeñas grandes cosas

Nada como en tu casa. El sofá, para ti solo, o compartido con tu pareja. Una cervecita. Un pito -prohibido no fumar es el lema de mi hogar-, unos frutos secos y una pastillita de chocolate para que pase mejor la birra. Y el Madrid a las nueve de la noche por Gol TV. No se juega nada, pero da igual. Es el Madrid. Un respeto al campeón de la Copa de Su Majestad el Rey. Como Diós. Se presenta bien la tarde. Son pequeñas cosas. No tan importantes de cara al exterior, pero importantes. Necesarias. Insustituibles. Y las pequeñas cosas, sumadas una a una, dan la plenitud. Jornada de relax. La caravana socialista me está empezando a pesar y hoy hemos tenido la tarde libre. Se agradece. Tiempo muerto. Y la Isa, tras varios meses de dolores de pierna y espalda, por fin ve la luz al final del túnel. La operación, ok. La hernia ya es historia. Al menos de momento. Pequeñas cosas que suman y siguen. Otra cervecita. La primera no la he dejado ni botar. A este ritmo, como marque Ronaldo esta noche un par de golitos, acabo jumela. Y de cena tengo tortilla de patata. De mimo. Otra pequeña cosa. No sabía de que escribir hoy. Harto de caravana, de puños y rosas, de gaviotas, de política, de comer deprisa y corriendo, de demagogia, de bla, bla, bla... Hoy quería hablar de cosas importantes, necesarias, insustituibles. De pequeñas grandes cosas. De estar en tu hábitat, con la persona que quieres estar y como quieres estar. Sin preocuparte de nada más. Aunque sea solo un rato. Unas horas. La eternidad. Pequeñas grandes cosas. La vida.

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