El día después
Me prometí a mi mismo no volver a escribir del Barsa-Madrid o del Madrid-Barsa. Tanto monta, monta tanto. Estoy cansado mentalmente. No puedo más. Demasiada tensión acumulada. No tengo quince años, pero estos días he vuelto a los viejos tiempos. Bufanda, camiseta de Míchel -el gran ocho del Madrid-, piques con los amigos, apuestas... Solo me ha faltado tirarme al río vestido. Me ha superado. Y necesito escribir algo. Y lo hago el día después de que se hayan acabado los cuatro partidos que han tenido en vilo a España entera y parte del extranjero. Y un día antes de que me vaya de campaña electoral con el PSOE. Ni la muerte de Ben Laden ni la boda inglesa han podido con los superclásicos. Escribo con un día de reflexión, tras haber escuchado y visto muchas cosas. Unas que me gustan y otras no. Con unas estoy de acuerdo y con otras no. Es fútbol. Todo el mundo sabe de fútbol y opina. Esto es España. Todos saben de todo y todos tienen la verdad absoluta. Así que no voy a ser menos.
Cuatro partidos. Dos empates y una victoria para cada uno. Ese sería el resumen. Crudo y escueto. Los datos. Fríos. Pero los cuatro derbis han dejado algo más. Algo más profundo. Han dejado la sensación de que al Madrid le queda todavía un escalón más para superar a los de Guardiola en ese fútbol plástico que solo ellos saben hacer. Aunque están más cerca que hace tres años. Pero también que con once jugadores en el terreno de juego, los de Mourinho no han perdido. Y que contra diez, empataron uno de milagro y perdieron otro. También me deja la sensación de que el Madrid ha podido hacer algo más de lo que ha hecho. Calidad tiene. Pero, ¿Hubiera pasado a la final el Madrid jugando en el Bernabéu como ayer? Yo sinceramente creo que no. Sigo pensando que el portugués planteó bien el partido de la ida, aunque para el espectáculo fuera lo peor, y que cuando lo tenía donde quería el árbitro se lo cargó. También Pepe, porque no se puede ir como una cabra a robar un balón en un lugar donde no había peligro. Nunca sabremos que hubiera pasado. Pero el 0-0 era factible, y con el 1-1 de ayer, el Madrid estaría en la final. Pero tampoco lo sabremos. Al igual que si el árbitro ayer hubiese concedido el gol de Higuaín con empate a 0-0. Me moriré sin saberlo. No busco excusas con la actuación del árbitro. Pero es lo que hay. Y todo el mundo lo ha visto. Sobran las palabras. Ya he dicho en muchas ocasiones que el Barsa es un equipazo y que juega como los ángeles. Pero también que siempre que están contra las cuerdas o en peligro, les han ayudado. Y seguramente no les hubiese hecho falta. Y la única realidad es que el Barcelona estará en Wembley el 28 de mayo. Los madridistas nos damos con un canto en los dientes con la Copa. Que deja buen sabor de boca. Porque no es lo mismo ganarla, y además bien, contra el Barsa, que contra otro equipo. Aquí paz y después gloria. Y hasta el próximo año. Qué se le va a hacer. La bufanda y la camiseta ya están en la lavadora limpiándose las heridas y esperando nuevas batallas. Mi enhorabuena a mis amigos los culés, que son muchos. Ahora les toca ir a ganar. Y no a recoger la Copa, que parece que ya han ganado la Champions.
Y, por cierto, yo también soy de Mou.
Cuatro partidos. Dos empates y una victoria para cada uno. Ese sería el resumen. Crudo y escueto. Los datos. Fríos. Pero los cuatro derbis han dejado algo más. Algo más profundo. Han dejado la sensación de que al Madrid le queda todavía un escalón más para superar a los de Guardiola en ese fútbol plástico que solo ellos saben hacer. Aunque están más cerca que hace tres años. Pero también que con once jugadores en el terreno de juego, los de Mourinho no han perdido. Y que contra diez, empataron uno de milagro y perdieron otro. También me deja la sensación de que el Madrid ha podido hacer algo más de lo que ha hecho. Calidad tiene. Pero, ¿Hubiera pasado a la final el Madrid jugando en el Bernabéu como ayer? Yo sinceramente creo que no. Sigo pensando que el portugués planteó bien el partido de la ida, aunque para el espectáculo fuera lo peor, y que cuando lo tenía donde quería el árbitro se lo cargó. También Pepe, porque no se puede ir como una cabra a robar un balón en un lugar donde no había peligro. Nunca sabremos que hubiera pasado. Pero el 0-0 era factible, y con el 1-1 de ayer, el Madrid estaría en la final. Pero tampoco lo sabremos. Al igual que si el árbitro ayer hubiese concedido el gol de Higuaín con empate a 0-0. Me moriré sin saberlo. No busco excusas con la actuación del árbitro. Pero es lo que hay. Y todo el mundo lo ha visto. Sobran las palabras. Ya he dicho en muchas ocasiones que el Barsa es un equipazo y que juega como los ángeles. Pero también que siempre que están contra las cuerdas o en peligro, les han ayudado. Y seguramente no les hubiese hecho falta. Y la única realidad es que el Barcelona estará en Wembley el 28 de mayo. Los madridistas nos damos con un canto en los dientes con la Copa. Que deja buen sabor de boca. Porque no es lo mismo ganarla, y además bien, contra el Barsa, que contra otro equipo. Aquí paz y después gloria. Y hasta el próximo año. Qué se le va a hacer. La bufanda y la camiseta ya están en la lavadora limpiándose las heridas y esperando nuevas batallas. Mi enhorabuena a mis amigos los culés, que son muchos. Ahora les toca ir a ganar. Y no a recoger la Copa, que parece que ya han ganado la Champions.
Y, por cierto, yo también soy de Mou.
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