¿Es posible otro mundo?
Viendo la protesta de los indignados me he preguntado estos días si conseguirán algo. No lo sé. Pero algo se está moviendo. Los jóvenes españoles han dicho basta. ¿Hasta cuándo? Tampoco lo sé. Pero sí da la sensación de que va para largo. Normal, no tienen prisa porque, tampoco tienen otra cosa mejor que hacer la gran mayoría. Se supone que están en paro, sin ilusiones ni expectativas, por lo que ahora han encontrado, al menos, algo que merece la pena por lo que luchar y pelear. Quizás estamos ante algo histórico. Algo que leerán y estudiarán nuestros hijos y nietos en el colegio en los libros de texto del futuro. 'The spanish revolution' es el título con el que han bautizado en el extranjero a este movimiento de indignados que tiene en vilo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado; hartos a muchos comerciantes de España, sobre todo en la madrileña Puerta del Sol; y mantiene en su salsa a otros muchos radicales que ansían este tipo de movilizaciones para meter cizaña contra el opresor Estado español. ¿Es justo lo que piden? ¿Es utópico? ¿Qué demandan, en definitiva? Mucha gente se lo pregunta y nadie sabe contestar a ciencia cierta. Quizás porque no les han prestado atención y creen que es una patochada más, típica de su edad. Pues, resumiendo, no piden más que la posibilidad de cambiar el mundo. De cambiar un destino que parece fijado de antemano. Creen que otro mundo mejor es posible. ¿Utopía? Tal vez, pero por intentarlo que no quede. ¿Acampar en el centro de las ciudades, es la mejor manera de lograr sus objetivos? Lo desconozco, pero algo sí están consiguiendo: que les escuchen y les tomen en serio de una vez por todas. Se quejan de la clase política. No me extraña. Piden el fin de la actual Ley Electoral. Estoy de acuerdo, es injusta. Se quejan también de los recortes de derechos. Del paro. De los empleos de poca calidad. De que ven imposible emanciparse y poder formar su proyecto de vida de una forma digna. Se quejan también de que les han robado su libertad económica, la que conlleva tener un trabajo digno y ganar un sueldo decente. Y estamos ante la generación mejor preparada de España. Desconozco que ocurrirá, aunque tengo una ligera sensación. Nada. Al menos de forma pacífica. No es que esté haciendo un llamamiento a las armas o a las barricadas, ni mucho menos, pero todos los logros sociales y los avances se han logrado con sudor, lágrimas, y mucha sangre. Tampoco sé si tendrán paciencia suficiente los indignados para seguir aguantando esta situación. Ni siquiera sé si los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado tendrán también la misma o más paciencia que los manifestantes. No se lo que ocurrirá, pero me gusta que los jóvenes griten basta y digan que hasta aquí hemos llegado. Solo un pero, lo que empezó siendo un movimiento popular y juvenil espontáneo corre el grave peligro de politizarse, si es que no se ha politizado ya. Es lo habitual. Siempre hay quien quiere sacar tajada de todo. Y ahí radicaría el final de este movimiento. En el momento que unos cuántos manejen como marionetas al resto, se acabó. Ya no serían indignados, sino más bien defraudados. Pero hasta entonces, soñar no cuesta dinero. Y soñaremos. Si nos dejan.
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