Remodelaciones
Zapatero ha acometido la novena remodelación de su equipo de Gobierno. Piensa, porque no lo ha dicho, que es para acabar la legislatura. O sea, que sigue erre que erre, y pretende acabar su mandato a toda costa, aunque sea en perjuicio de los españoles, y de lo poco que queda de nuestro prestigio en el mundo. Siempre se ha dicho que lo que funciona es mejor no tocarlo. Pues con esta nueva remodelación se demuestra, por enésima vez, que este Gobierno no funciona. Por mucho que quieran vendernos la moto. Que si es un gobierno más político, que si más económico, que si de perfil bajo, que si de perfil más alto... que si yo que si tu, que si la banda del cocú. Conclusión: cinco millones de parados. Y subiendo. Y la sombra del rescate al acecho. Son los mismos perros pero con distintos collares. Los mismos que nos están llevando a la ruina. Y los mismos que se irán de rositas si es que por fin se van algún día. Bien es cierto que esta vez la remodelación es obligada tras la renuncia de Rubalcaba a la vicepresidencia, al ministerio del Interior y a la portavocía del Gobierno, ya que 'superbacterio' pasa ya definitivamente a dirigir el partido del puño y la rosa, que vuelve a ver la luz con él al frente. Ilusiones renovadas. Escuchar. Hacer. Explicar. Es su lema, con R de Rubalcaba. Ya no con P. o Alfredo, a secas, como querían que le llamasen los suyos, que ya pasaron a mejor vida. Un amigo mio tenía un sueño. Construir una casa grande y acogedora. Tener niños y un perro que les cuidara a él y su familia, y a la casa. Se marcó ocho años para lograrlo. A los cuatro tuvo que cambiar las tuberías, porque había filtraciones. Algo se hizo mal desde el principio. Las cambió por otras nuevas, y tuvo que invertir casi todos sus ahorros. Al poco tiempo empezó a fallar la caldera del gas. Tras varias visitas de técnicos y varios parches, también hubo que renovar el aparato. Ya se sabe que por estas tierras de Castilla aprieta el frío y hay que estar calentito. El tejado de la buhardilla se vino abajo en una nevada. Los materiales no eran los adecuados. Tanto quiso ahorrar en la casa mi querido amigo... Y mientras tanto, los niños no llegaban, quizás por el estrés de tanta actividad en el hogar. Lo del perro fue más sencillo. Pero se equivocó de raza. Y en lugar de tener un rotweiller o un pit bull, se conformó con un yorkshire. Eso sí, muy voceón y gracioso, pero poco intimidatorio ante los cacos que acudieron un par de veces a visitar la casa de los sueños de mi amigo. Así que tuvo que cambiar de perro, de tejado, de tuberías, de caldera e incluso de parket, ya que se conformó con uno flotante, más baratito, y las filtraciones terminaron con él. Y en esas estamos. Mi amigo sigue remodelando la casa después de siete largos e intensos años. Los vecinos ya están hartos de tantas obras y tanto ruido y le han puesto a mi amigo ya varias denuncias, por pesado y porque han visto cosas raras y alguna irregularidad en los albañiles y en la maquinaria utilizada, además de que en un par de ocasiones, al cambiar las tuberías, prepararon una inundación de aúpa en el barrio. Pero él sigue erre que erre y ha dicho que no parará hasta que termine la casa y tenga una familia. Y que no le importa remodelar lo que haga falta hasta que lo consiga. Es tozudo mi amigo. Yo ya le advertí de que esa casa con los mimbres que tenía era complicado de lograr. Y que era mejor empezar de cero. Cambiar el ritmo. Dejar paso a otros. Cuando además, es una persona de por sí despilfarradora y que no escatima en otro tipo de gastos más supérfluos. Será por aquello de las malas compañías de las que se rodea. Esta mañana he hablado con él, y ha vuelto a reformar la cocina, porque ha tenido problemas con los armarios, que se escascarillaban fácilmente. Además, el horno se le ha quemado por dentro, lo que le ha preparado un pequeño incendio y se ha quedado sin media cocina. Pero es optimista por naturaleza. Y ha llamado a un amigo suyo, muy manitas, que le ha dicho que le va escuchar y luego le va explicar lo que tiene que hacer. Y se ha ilusionado de nuevo. Miedo me da.
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