Barbas
No es lo mismo tener barba que no. Da igual de un día, que de dos o de tres. E incluso de una semana y arreglada. Cortita y al pie, diría Di Stéfano. La barba pica a los hombres y raspa a las mujeres. También desaliña en ocasiones. Los indignados de Puerta del Sol y otras puertas de España dan fe de ello. Pero la barba, además, seduce. Sobre todo ahora, que se ha puesto de moda. No hay modelo que no tenga barba de varios días. Y los italianos son unos maestros en dejarse barba. Va con ellos. Además, la barba acojona. Da sensación de rudeza. Endurece la cara. Es aristocrática. Y Monárquica. Ahí está el Rey y nuestro Príncipe, que suelen lucirlas de vez en cuando con buen criterio y saber estar. También es socialista. El abuelo de mi novia decía que todos los que tienen barba son socialistas. Tampoco hay que hilar tan fino por muy de derechas que uno sea. Ahí está Rajoy o ´León de la Riva, con sus pelos en la barbilla bien cuidados y haciendo gala a su apellido. Un león el tío, que no de León. Los tiempos cambian. La barba siempre ha sido y es patrimonio de la cultura también. Grandes escritores y artistas siempre se dejaban crecer los pelos, como símbolo de trabajo. Hasta que no termine mi obra no me afeito, decían. Algunos se la dejaban más larga y voluminosa que otros, que más parecían Papa Noel que un juntaletras, como yo. Que por cierto me he afeitado el otro día tras un año y medio recortandome la barba y no me termino de ver. Así que auguro nuevos pelos en mi cara en breve.
Todo este preámbulo barbudo viene a cuento por las dos sorpresas que me he llevado esta mañana cuando he visto a Carlos Suárez, desde hoy máximo accionista y mandamás del Club de fútbol Real Valladolid Sociedad Anónima, con un 6o por ciento de las acciones. De piedra me he quedado. Todo indicaba que Suárez estaba en sus últimas horas al frente de la nave blanquivioleta como muñeco peusto ahí por no se sabe quién. La gente no le quiere. Está harta de que el Valladolid sea un equipo mediocre cada año, que cuando ha estado en Primera no aspire a otra cosa que no sea evitar el descenso. La eliminación ante el Elche en el playoff de ascenso fue la gota que colmó el vaso. Y las voces en contra de su gestión pidiendo que se marchara ya de una vez crecían por momentos. Pero no. Carlos Suárez es de lo que piensan que irse ahora es de cobardes y contradice a los que piensan que su proyecto está agotado desde hace años y que debe irse. El alcalde de Valladolid ha salido en su defensa y pidiendo a los socios que le apoyen porque ha puesto su dinero y el que no tiene para comprar la entidad y que su objetivo es hacer un club competitivo y sólido. Y ayuda, porque ya sabemos la fama de gestor y de tipo que no se casa con nadie de nuestro león particular. Cierto es que Carlos Suárez nunca ha sido nadie salvo uno que habían puesto ahí los socios mayoritarios porque alguien tenía que haber y los accionistas estaban a otra cosa. Pero ahora podrá hacer y deshacer a su antojo. Miedo me da esta nueva andadura del Valladolid.
Y la segunda de las sorpresas ha sido la de verle con barbas. Pero no son unas barbas cualquiera. En el tiempo que lleva en Valladolid jamás le había visto con ese careto. Aunque me dicen mis espías que en aluna ocasión se ha dejado ver con barbita de varios días. Y es que se ha dejado barbas de presidente de banco. De sensación de poder. Parece un comandante en jefe. Gladiator dirigiendo a sus tropas hacia la victoria. Sus barbas le envejecen, pero le dan consistencia y seguridad. Aplomo. Empaque. Además, la melenita que se está dejando ayuda. Denotan a la bestia que llevaba dentro dormida y que por fin ha despertado. Aunque nos sabemos si para bien o para mal del Pucela. Solo el tiempo decidirá y ajustará cuentas. Pero de momento, ma gusta la nueva estampa del mandamás vallisoletano. Ya parecemos más de Primera.
Todo este preámbulo barbudo viene a cuento por las dos sorpresas que me he llevado esta mañana cuando he visto a Carlos Suárez, desde hoy máximo accionista y mandamás del Club de fútbol Real Valladolid Sociedad Anónima, con un 6o por ciento de las acciones. De piedra me he quedado. Todo indicaba que Suárez estaba en sus últimas horas al frente de la nave blanquivioleta como muñeco peusto ahí por no se sabe quién. La gente no le quiere. Está harta de que el Valladolid sea un equipo mediocre cada año, que cuando ha estado en Primera no aspire a otra cosa que no sea evitar el descenso. La eliminación ante el Elche en el playoff de ascenso fue la gota que colmó el vaso. Y las voces en contra de su gestión pidiendo que se marchara ya de una vez crecían por momentos. Pero no. Carlos Suárez es de lo que piensan que irse ahora es de cobardes y contradice a los que piensan que su proyecto está agotado desde hace años y que debe irse. El alcalde de Valladolid ha salido en su defensa y pidiendo a los socios que le apoyen porque ha puesto su dinero y el que no tiene para comprar la entidad y que su objetivo es hacer un club competitivo y sólido. Y ayuda, porque ya sabemos la fama de gestor y de tipo que no se casa con nadie de nuestro león particular. Cierto es que Carlos Suárez nunca ha sido nadie salvo uno que habían puesto ahí los socios mayoritarios porque alguien tenía que haber y los accionistas estaban a otra cosa. Pero ahora podrá hacer y deshacer a su antojo. Miedo me da esta nueva andadura del Valladolid.
Carlos Suárez, nuevo comandante en jefe del Real Valladolid |
Comentarios
Publicar un comentario