Playeros
No me gusta la playa. Y no es por no ir, porque si hay que ir, se va. Soy más de turismo gastronómico y rural. De campo. Pero respeto a los playeros profesionales, que los hay y muchos, como mi amigo el Tabi and family. Y es que a la playa no se puede ir como si te vas de acampada un fin de semana. De supervivencia. A la playa, nada de neveras. Pesan y la hostelería también come y vive. Y mucho menos los Ipads, relojes de marca, portátiles, cámaras de fotos, de vídeos, paletas con sus pelotas, palas, rastrillos, cubos, pistolas, metralletas y granadas de agua -que esto no es la guerra-... Y además, hay mucho mangante por ahí suelto. Y luego nos quejamos y lloramos. Y es que todos estos artilugios estorban y quitan sitio a los demás. Y hay que ser un poco solidarios, por diooooooooos. Como mucho, a la playa, si es del levante o sureña, hay que bajar una sombrilla por si el sol aprieta lo suyo. Si es del norte, no hace falta. La playa es para pasear, correr por las mañanas un rato, al que le guste; oler; leer el periódico -que los periodistas también vivimos- o un buen libro; pegarte un rápido bañito con buceo incluido y cuatro chorradas más para que te vea la parienta, se escojone un rato, y siga pensando lo gilipollas que eres y que el mono siguen siendo el animal al que nos dirigimos y no del que provenimos. Y para rematar, la playa es para ir a comer al chiringuito de enfrente con vistas al mar. Por lo tanto, proclamo en este humilde blog que para hacer todo esto en la playa solo necesitamos:
-una toalla
-un bote de crema -fundamental si no queremos que nos llamen ingleses de mierda-
-dos bañadores -uno para bañarte y otro para cambiarte e ir a comer-
-unas chanclas, para no quemarte los pies en la arena al llegar
-unas zapatillas cómodas, para después ir a comer también, porque no se puede ir como un guarro sudoroso enseñando las uñas largas y mojado a comer.
-una camiseta o polo -me es lo mismo-
-unos euros, los justos y necesarios para que te llegue a invitar a una ronda de cañas a los amigos si los hubiere, porque tampoco hay que ser rácano o 'cachuli', y para comer.
Y el que lleve más de dos kilos de equipaje a la playa tendría que facturar, como en los aeropuertos. Y si sobrepasa los diez, contundente multa económica con día de sanción sin bajar a la playa incluido. Más de diez kilos, tiene que ser un delito. Las barcas y los cocodrilos hinchables, deberían conllevar una noche de prisión en el cuartelillo acompañado del Canamanín o el Bayón.
Y por favor, el que vaya a la playa que baje meado y cagado del hotel o apartamento. Que el mar es de todos, ya lo sabemos, pero no puede convertirse en el urinario oficial de la costa, dependiente del Ministerio del Medio Rural y Marino. Que luego encima los que mean y cagan son los que se más quejan después de las algas y la mierda que llega a la orilla. Lo que hay que oír en la playa. Y es que ya lo último que nos faltaba sería tener que ir a la playa con mascarilla.
-una toalla
-un bote de crema -fundamental si no queremos que nos llamen ingleses de mierda-
-dos bañadores -uno para bañarte y otro para cambiarte e ir a comer-
-unas chanclas, para no quemarte los pies en la arena al llegar
-unas zapatillas cómodas, para después ir a comer también, porque no se puede ir como un guarro sudoroso enseñando las uñas largas y mojado a comer.
-una camiseta o polo -me es lo mismo-
-unos euros, los justos y necesarios para que te llegue a invitar a una ronda de cañas a los amigos si los hubiere, porque tampoco hay que ser rácano o 'cachuli', y para comer.
Y el que lleve más de dos kilos de equipaje a la playa tendría que facturar, como en los aeropuertos. Y si sobrepasa los diez, contundente multa económica con día de sanción sin bajar a la playa incluido. Más de diez kilos, tiene que ser un delito. Las barcas y los cocodrilos hinchables, deberían conllevar una noche de prisión en el cuartelillo acompañado del Canamanín o el Bayón.
Y por favor, el que vaya a la playa que baje meado y cagado del hotel o apartamento. Que el mar es de todos, ya lo sabemos, pero no puede convertirse en el urinario oficial de la costa, dependiente del Ministerio del Medio Rural y Marino. Que luego encima los que mean y cagan son los que se más quejan después de las algas y la mierda que llega a la orilla. Lo que hay que oír en la playa. Y es que ya lo último que nos faltaba sería tener que ir a la playa con mascarilla.
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