Campeón de campeones

Héroe de leyenda
Lo de Rafa Nadal no tiene nombre. Podría rellenar el blog entero de adjetivos elogiando a nuestro gran campeón y me faltaría espacio. España ha logrado la quinta ensaladera de la Copa Davis de tenis. Todas ellas en los últimos once años. O sea, que no nos hemos comido un rosco en más de medio siglo pero ahora no hay quien nos pare. Da la sensación de que es fácil lograrlo. Y nos estamos mal acostumbrando. La culpa la tiene nuestro Rafa. Y digo nuestro porque todos lo llevamos dentro de alguna manera. Es el yerno que toda madre quisiera para su hija. El nieto preferido de la abuela. El delegado de la clase que querríamos para que nos defendiera. El amigo a quien contar nuestros problemas amorosos o laborales. La persona a la que prestaríamos mil euros aunque nos quedáramos en pañales, para que pudiera pagar una deuda, porque sabes que te lo devolverá hasta con intereses. Sus triunfos son incontestables y es, seguramente y sin temor a equivocarme, el mejor deportista español de la historia. Y tiene solo 24 años. O sea, que tenemos Rafa para rato. Pero lo que más me llama la atención es su forma de ser. Su saber estar. Cuando gana y cuando pierde. Su amor a los colores de España y lo que significa la tricolor y la bandera. Su pasión. Su entrega. Su pundonor. Ni una mala palabra ni una mala acción. Ni una queja, Y menos aún un lamento. El artículo de Roberto Palomar en el Marca de hoy lo resume a la perfección. Es una enciclopedia de la vida. Para ganar ayer pasó por todas las fase habidas y por haber. Empezó pediendo. Se recuperó ante la adversidad hasta ponerse por delante. Volvió a desfallecer y se levantó. Tuvo momentos de suerte. Problemas físicos. Y al final ganó. Lo celebró. Y se abrazó con el rival y le dio la enhorabuena. Un ejemplo. Todos recordamos cuando se le subió el gemelo en plan rueda de prensa hace no mucho. Le vimos sufrir. Llorar de dolor. Y no se quejó. Puso buena cara, pidió disculpas y explicó lo sucedido con naturalidad. Reconozco que el tenis me aburre un poco. Ver a Nadal lo compensa y me reconforta. La unidad del equipo español en torno a Rafa es espectacular. Pero Nadal no quiere ser más que nadie. Le da el mismo mérito o más al público, al que prepara la ropa en el vestuario y las toallas en la ducha y al masajista que le atiende, que a sus victorias. Un crack en todos los sentidos. Y ver a todos los jugadores y al equipo técnico cantar tras la victoria los orgullosos que están de ser españoles y de representar a España, no tiene precio. Vaya desde aquí me humilde felicitación en este blog. Va por ti Rafa. Campeón de campeones. Y va por ti España.

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