A la chita callando

Están nerviosos los socialistas. No es para menos, tras la debacle del 20N. El peor resultado en la historia del ¿socialismo moderno? Los del puño y la rosa andan tirándose los trastos a la cabeza en la búsqueda de un nuevo Trotski que devuelva la ilusión a los camaradas y el rojo al color oficial del partido, últimamente muy azulado como este humilde blog y muy al estilo pepero. Por un lado, está la nacionalista Carmen o Carme Chacón postulándose como la futura Evita Perón española. Y por otro, mister Bacterio,  P. o Alfredo a secas, que se ha agarrado a un ficticeo liderazgo del que no se quiere despegar ni aunque le echen agua hirviendo. Luego está Bono, el ojos de sapo, como dice mi madre. Ahí está en la recámara esperando acontecimientos el millonario. El de las dos o tres caras, según el caso. El manchego no puede ver ni en pintura a la catalana. Y le ha lanzado ya dos dardos de aupa. El primero se le espetó de forma algo torcida, como le gusta a él ir por la vida. Un poco desviado. Le lanzó un dardo envenenado para pensar y darle vueltas. Dirigido a jugadores de mus. Buen juego para los políticos este. Hay que saber mentir. Y gana siempre el que miente mejor. Dijo Bono que la apuesta del partido por su futuro líder debe ser un órdago a la grande y no a la chica. A buen entendedor... Pero el segundo mensaje fue más directo. "Me gustaría que mi líder no le diera vergüenza gritar Viva España", espetó. Con un par. Un fenómeno. Si no fuera tan volátil y tan sectario a veces, Bono sería un buen presidente. Aunque solo sea por su españolismo y por su fe cristiana.
Y mientras tanto, Rajoy a lo suyo. Huye de las cámaras y de los focos como de la tuberculosis. Los sociatas le echan en cara que no haya dicho todavía ni mu. Ni muertos dejan de meter cizaña estos tíos. Nada de autocrítica ante una estrategia de campaña equivocada. Las culpas, a la crisis. Y al PP. Y a la herencia que dejó Aznar en forma de burbuja inmobiliaria. Y a la guerra de Irak en la que nos metió el 'asesino' del bigotes. Y a Franco, al que no dejan descansar en paz y resucitan cada dos por tres. Pero no culpan de la debacle a su gestión de dicha crisis. Ni tampoco se atreven a decir, aunque lo piensan, que la culpa es de Zapatero. Y solo de Zapatero, aunque también un poco de Rubalcaba y compañía, que respaldaron y no dijeron nada de sus desmadres. De su progresismo despilfarrador a cuenta de nuestros bolsillos y sus cursilerías de cara a la galería. No echan a la culpa tampoco a los grandes amigos que tanto nos han ayudado en estos años de crisis como los presidentes de Venezuela, de Cuba, de Bolivia... Vaya compañeros de viaje. No, la culpa es de los especuladores, de los bancos, de los trincones del PP, que se lo han llevado crudo, con trajes incluidos. Y si no que le pregunten a Camps.  Pero de ellos, no. Por Dios. Faltaría más. ¿Que son cinco millones de parados? La culpa es de Europa. De Lehman Brothers, de Obama, que no ha cumplido las expectativas. De Pellegrini, que es un soso. De Mourinho, que ha encabronado a media España...
Lo tiene jodido Rajoy. La herencia que recibirá será para taparse con par de mantas y esconderse debajo de la cama y sin asomar ni tan siquiera la nariz. Pero a la chita callando, el líder del PP y futuro presidente del Gobierno, sigue a lo suyo. Ya tiene el equipo que estará a su lado. Ya se ha reunido con gente de la UE para explicarles algunas de sus intenciones y tranquilizar así a los mercados. Se va a sentar en breve con los empresarios y los sindicatos para hablar de esa necesaria reforma laboral, que debe estar consensuada y no como la anterior socialista, aprobada por decretazo puro y duro. Confio en Rajoy. Tiene cara de buen gestor. Y es buena persona. Lo hará bien. Le necesitamos, como también a un PSOE fuerte y unido que haga una oposición con sentido de Estado y con criterio. Vigilante. De estricto control al Gobierno popular, para que no se lo crean tanto y se les vaya la mano. El PSOE debe renovarse ya. Pero no desde el odio a la derecha ni alzando el brazo izquierdo al son de la Internacional. Está pasado de rosca. Es política, sí.Y es un juego, sí, pero en él está la vida y la esperanza de cuarenta millones de españoles. Es hora de actuar. Y de hacerlo ya.

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