Aparatitos

No me considero un 'carca', pero a veces las nuevas tecnologías me hacen sentirme como un abuelo. Reconozco que estas cosas nunca han sido lo mio. Zapatero, a tus zapatos, dice el refrán. La informática, para los informáticos. De hecho, creo que fuí de los pocos de mi clase -se contaban con los dedos de una mano- que suspendieron informática en tercero de BUP con el loco del pelo rojo. Creo que el mote del profesor era Van Gohg. No recuerdo su nombre. Corría el año 1991. Casi en la transición. Pero ayer adquirí un nuevo móvil. De datos. Un samartphone, que queda más guay. Y más cursi también. Adiós a la prehistoria telefónica. Ya soy un hombre del siglo XXI desde entonces. Y además me salió gratis, sin que sirva de precedente. El modelo es un samsung mini de estos que fabrican para inútiles como yo. No es nuevo. Creo que se empezó a comercializar a principios de este año y por eso no me costó un euro. Pero está apañado para lo que necesito. Cambié la tarifa y ahora puedo hablar, se supone que más económico -ya veremos cuando llegue la dolorosa-, chatear y esas cosas. Y navegar sin límites. Eso dice el anuncio y la oferta. Seguramente, a este ritmo de navegación que llevo desde ayer, el próximo wanted lo escribiré desde Tailandia. Mandaré saludos. Como no podía ser de otra manera. Pero tras el furor inicial, ahora me estoy arrepintiendo un poco y me acuerdo de lo bien vivía hace dos días con un móvil normalito, en el que le dabas a la tecla verde y llamabas, y luego le dabas a la tecla roja, situada a la derecha, para joder a los socialistas, y cortabas la llamada. Así de simple. Para tontos. Pulsabas la teca menú y se desplegaba ante ti un sencillo abanico de posibilidades, bien redactadas y estructuradas, y casi nunca te equivocabas. Ahora no, entre que es táctil y mis dedos son como los de Hulk -ya lo dice mi madre, que tengo pies en lugar de manos-, pues eso, que me meto donde no me llaman, donde me llaman también, pero nunca donde pensaba acceder en un principio. Un lío. Pero bueno, poco a poco. Con las equivocaciones y tocando todos los botones al final saldré adelante. Estoy convencido. En ello estoy. El caso es que te compras un móvil, o te le regalan, y es como que lo demás en el mundo no importara. Ya te pueden hablar de mujeres, de fútbol o de política, que te ha tocado la lotería, que se ha muerto tu mejor amigo... que a tí te da igual. Tu a lo tuyo. Chaca chaca chaca, venga a dar teclas y teclas como un cabezón hasta que te vas haciendo con el mando. Y es entonces cuando, orgulloso, decides contárselo al que más cerca tienes y hacerle partícipe de tus logros tecnológicos. "Mira Isa, mira. Sonríe... " Y zas, le lanzas a quemarropa, y sin dar lugar a la duda, una superfoto que luego tienes que borrar porque no estaba maquillada y no le gusta. Pero ya se algo más que ayer y menos que mañana. Y es que esto de las nuevas tecnologías está muy bien, pero hay algunas tecnologías que se pasan de tecnológicas. Y el problema es que no te da tiempo a asimilar tanto cambio. Cuando ya has aprendido una aplicación, sale otra al mercado que te jode la anterior y se te queda cara de obsoleto. De antiguo. Y vuelta a empezar. No sé donde llegaremos pero me asusto y se me ponen los dídimos en la corbata solo de recordar que hace apenas diez años el móvil e internet parecía algo de extraterrestres. Algo lejano. A chino, en definitiva. ¿Qué tendremos dentro de otros diez o veinte años? ¿Comeremos pastillas y beberemos cápsulas para mantenernos con vida? ¿Manejaremos toda nuestra vida con un simple aparatito? ¿Podremos andar por la calle sin poner los pies en el suelo? ¿Llevaremos un traje parecido al de un buzo para evitar contactos y radiaciones? ¿Haremos el amor a distancia?
"Hombre por fin, Manolo, que tal estás..."
Perdonad, es que es que mientras os contaba esta película he conseguido llamar con mi nuevo u jugetón aparatito tras varios intentos fallidos -estaban ya a punto de descalificarme- y es un momento especial e inolvidable, que no quiero perderme. Como tener un hijo. Nos vemos.

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