Admiración

Suerte maestro. Y ánimo.
Creo que fue Confucio el que distinguió tres aspectos que caracterizan al hombre superior del resto: la virtud, que lo libra de la ansiedad; la sabiduría, que lo libra de la duda; y el valor, que lo libra del miedo. Han pasado cuatro días y todavía no salgo de mi asombro, al volver a ver la espectacular cogida que sufrió el pasado viernes el torero Juan José Padilla en la Feria de El Pilar de Zaragoza. Los pelos de punta. Los huevos, un poco más arriba de donde nos ponemos la corbata. Lo más seguro es que el diestro jerezano pierda la vision del ojo izquierdo, que le quedó colgando tras la cornada, y se le quede paralizada la parte izquierda de su cara. Pero las primera palabras de Padilla, tras recuperar la consciencia, fueron para su apoderado y amigo, Diego Robles. "De América no me quites ni una corrida". Y la segunda, a su padre, tras preguntarle que tenía en el ojo y saber la respuesta: "Torearé aunque sea con un parche en el ojo". Con un par. Un hombre superior. He admirado a mucha gente en mi vida y lo sigo haciendo, pero cuando escuché a Padilla decir estas dos frases, el jerezano ha pasado a engrosar la lista de mis "héroes" particulares. Esos que todos tenemos en siempre en mente y buscamos parecernos a ellos. La verdad es que los toreros están hechos de otra pasta. ¿Miedo al toro? Nunca. Solo al fracaso y que a un toro ponga fin a su carrera. ¿Respeto? Siempre. Mucho respeto al animal. "Su fiel amigo", como he oído decir a Miguel Abellán, al que le tocó la 'putada' de matar al astado que corneó a Padilla. Un hombre, también superior, tanto en valor como en virtud, que lo libró de la ansiedad, y en sabiduría, porque supo qué hacer en tan delicado momento. Porque hay que tenerlos bien puestos después de ver, en primera línea, como le salía el cuerno por el ojo al jerezano, para poco después, sin haberlo digerido, tener que salir al albero a cumplir con su obligación, como director de faena que era. Todavía hubo algún listo o 'pelele', por no llamarlo de otra manera, que pitó al madrileño por no darle ni un pase al toro y matarlo a las primeras de cambio. De todo hay en la viña del señor. Pero la entereza de Abellán es encomiable. Para enmarcar. Verle la cara tras la cogida era un poema. Consciente de la gravedad se le saltaban las lágrimas y no sabía ni donde mirar. También habrá algún 'canalla', como diría Preciado, que se haya alegrado a medias de los sucedido en la Plaza de La Misericordia el pasado viernes. Y digo a medias, porque le hubiera gustado que Padilla estuviera enterrado ya a estas horas. Miserables. Soy torero. De salón, por qué no reconocerlo. Desde la barrera se ven de mimo.Y me gusta la Fiesta Nacional. Es cultura. Es España. Es historia. Arte. Material o Inmaterial. Patrimonio de la Humanidad. De todos. Los correbous de los cojones o los enmaromados son gilipolleces. Una pantomima al lado de la Fiesta. Pero lo respeto. E incluso al Toro de la Vega de Tordesillas, tan polémico siempre. Aunque a decir verdad me parece criminal. Defiendo y respeto al toro de lidia, ese fiel amigo y compañero del matador, que solo existe y existirá gracias a la Fiesta. Y que los toreros engrandecen, con su valor y maestría. Su pundonor y su casta. Los toreros no quieren morir jóvenes, pero de hacerlo, sería en la plaza su sueño. ¡Viva los toros! Y Padilla. No creo que el jerezano pueda volver a torear al primer nivel. Pero la vida es lo primero y la conserva. Vaya desde aquí mi admiración y mi respeto. Y suerte maestro.

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