El Sunsuncorda

Llevo cinco días como España cinco años: con la soga al cuello. Lo único que en mi caso más que una cuerda es más bien una especie de objeto punzante colocado en la parte izquierda de mi garganta, el que me está haciendo la vida un poco más perra estos últimos días. Lo que empezaron siendo unos mocos -habituales en mi desde que tenía colilla- han pasado a ser unas amigdalas o anginas de tres pares de cojones, huevos o pelotas...que se han cebado conmigo. Que me han dado fiebre, dolor de todo y, por segunda vez en mi vida, me obligaron a enclaustrarme en la cama durante la mañana del pasado viernes al encontrarme disminuido en mis capacidades físicas y mentales (por la tarde volví al tajo, ya que hay que levantar esto como sea). Estaba, lo que viene a ser  'doblao', en Román Paladín. Mi madre dice que deliraba, y que incluso llegué a gritar a favor de la República para este país y a pedir la vuelta de Felipe González, como salvador patrio de nuestro dinero y orgullo. Sí que estaba mal, sí. Pero bueno, ya ligeramente recuperado en mis funciones más importantes, me dispongo, en este humilde blog, a reconquistar mi dignidad voceando mi total lealtad al Rey, Don Juan Carlos, y a su hijo y futuro monarca, espero, el Príncipe de Asturias, así como mi más sincero apoyo a Mariano Rajoy Brei, del que estoy convencido que nos sacará de esta poco a poco. Esto ya es otra cosa. Ya me siento algo mejor. Pero a lo que iba, que llevo cinco días sobreviviendo a duras penas o con más pena que gloria. Currando, porque para más cojones me tocaba este finde de guardia en el periódico, y todavía sigo con algo ahí en la garganta que no me deja en paz. Me cuesta tragar saliva, beber agua, hablar...parezco un lerdo a la hora de comunicarme con los demás. No se me entiende un pijo. Pero bueno, vamos avanzando, y parece que el antibiótico que estoy tomando sin haber ido al médico -con dos cojones y un palo- va surtiendo efecto. El caso es que lo tenía en casa y me venía al pelo. Y ya se sabe que eso de ir al médico es de maricas. Que los hombres de verdad no acudimos a esos lugares nada más que para llevar a la suegra a la revisión de lo que sea o acompañar a la parienta. Todo este rollo para contaros que estoy cabreado. Echo chispas. Indignado con el Centro de Salud de Peñafiel. Con la Sanidad Pública y con el SunsunCorda. Aunque en realidad se debería decir Sursumcorda, que es una expresión latina, que me he enterado que significa "Alzad los corazones" y forma parte de la liturgia católica. Unas palabras que han dado pie a un personaje que no existe pero en quien se delega todo lo que uno no quiere hacer. Todo lo malo. "Yo no hago eso, que lo haga el Sunsun corda", y tan felices. Pero, como suele ser habitual, la deformación del uso popular, lo ha dejado en Sunsuncorda. Ahí queda eso. El caso es que al final parece que sigo delirando un poco. Pero bueno, a lo que iba. Que como no soy un hombre de verdad, aunque tampoco marica, dicho sea de paso,  al final esta mañana he ido al centro de salud. No sé cuantos médicos de familia tiene este centro, pero sí sé que al menos tres -entre ellos al mio- no han acudido a currar. Y  aún no sé por qué. En la ventanilla no me lo han explicado. Pero sí me he dado cuenta de que las ventanillas no hablan. Sólo sé que ponía un cartelito en sus puertas de consulta en el que rezaba algo así: este médico no pasará consulta hoy. Gracias y perdonen las molestias. No te jode, como si esto fuera una carretera que está en obras. Gracias y perdonen las molestias. Indignado estoy. Estamos hablando de la vida de las personas. De nuestros hijos. De nuestros nietos y bisnietos y tataratanietos. Del futuro de la humanidad... Pero lo mejor de todo, es que me acerco a la ventanilla otra vez a ver qué medico me va a atender y el que me toca no ha llegado todavía, por no decir que aún no ha salido de donde sea que tenía que salir o que seguramente no va a venir. Y veo que la cantidad de gente esperando para que le atendiera ese médico llenaba una grada del Bernabéu. Casi me baja la regla, pero reflexiono. Tras un tiempo inminiscuido en mis pensamientos, tomo dos soluciones: La primera y más complicada y la que necesitaba de mayor infraestructura: dirigirme a la puerta, colocar la mano en la misma y empujar para salir a la calle y respirar el aire. La segunda: sacar la llave del coche, abrir el vehículo y montar en él para conducir hasta Valladolid para ir a currar y no llegar más tarde de lo que ya llegaba. Total, ¿no dicen que el trabajo es salud? Pues eso. Que espere el Sunsuncorda.








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