Majestuoso

Seguramente no sea objetivo cuando hablo acerca de la Monarquía Parlamentaria, que no absolutista, de la que disfrutamos en España desde hace poco más de treinta años. Y menos objetivo todavía si se trata de Don Juan Carlos. Soy un Juan Carlista consumado. Me cae bien. Y me duelen los palos que le están cayendo este año. La Casa Real no está pasando por su mejor momento. Eso lo ve hasta un ciego. Demasiadas cosas raras en muy poco tiempo, que están salpicando a esta institución y que los de izquierdas y, especialmente, los comunistas, están aprovechando para encizañar y ensuciar la imagen de la Monarquía, pidiendo de nuevo un referéndum. También muchos españoles, y entre ellos algunos amigos míos, que con el cabreo inicial de la noticia suelen cargar contra los miembros de la Casa Real con el siempre manido: "no hacen nada y viven del cuento con lo que nos quitan de nuestro bolsillo". Se me revuelven las tripas cada vez que lo oigo. Si tuviera que hacer la cuenta de la pasta que los españoles pagan también con sus impuestos para pijotadas de todo tipo se me acaba el artículo. Pero cito algunos ejemplos: como las millonadas que reciben los sindicatos para estudios chorras como uno sobre la capacidad de reproducción y desarrollo sexual del atún de almadraba en la costa gaditana; o lo que perciben todos los partidos políticos, organizaciones y fundaciones de todo tipo para que hagan jornadas absurdas e innecesarias; o las ayudas que los gobiernos otorgan a una gran empresa -se me ocurre FASA en Valladolid,  Nissan en Ávila-, para que no se deslocalicen y dejen en la calle a mucha gente. Cosa que no ocurre en una pequeña empresa. Si las cosas te van mal, cierras el negocio y punto. Y te vas con una mano delante y otra detrás. Sin ayudas de ningún tipo y teniendo que pedir un crédito para indeminzar al empleado. Y para ti nada. El pequeño empresario, que se ha hecho rico a costa del trabajador oprimido que se joda y que arree. O la millonada que recibieron los bancos para no quebrar y para, se supone, que fluyera el crédito. Todo eso también lo pagamos todos de nuestros impuestos. No solo loas gastos de la Casa Real que, por cierto, es más barata de mantener que por ejemplo la República francesa, portuguesa o la italiana, que nos pillan ahí cerquita. ¿O acaso mantener un presidente de la República -como por ejemplo, Felipe González o Aznar, ya retirados de la política y que podrían hacer ese papel por su relevancia pública y prestigio exterior- con toda su familia y séquito de seguridad nos saldría gratis?
Siempre he sido de los que piensan que lo que funciona es mejor no tocarlo. Y la Monarquía parlamentaria que disfrutamos con los Borbones, funciona. Tenemos dos experiencias de República en España malditas y nefastas. Y no creo que una tercera República fuese a ser mejor que las dos anteriores. Don Felipe será un digno sucesor. Culto y respetado. Sabe idiomas. Está preparado para reinar. Pero mientras tanto deberá esperar a que abdique el Rey. Ese monarca que ayer pidió perdón a los españoles, cuando no tenía por qué. Ese Rey que reconoció, con humildad, que se había equivocado, aunque luego se ha sabido que la cacería de elefantes era la excusa para lograr que el AVE entre La Meca y Medina lo construyan empresas españolas. Un contrato por valor de 7.000 millones de euros, el mayor contrato internacional jamás logrado por entidades de nuestro país y poco menos de lo que pide Brufau al Gobierno de Argentina por la expropiación de YPF. Pero lo que importa, es que el Rey se fue a Botswana o Botsuana a cazar un elefante. Pobrecillo, dicen, por el elefante, que no por el Rey. Cuando el juez Garzón cazaba ciervos con el entonces ministro socialista de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, durante la supuesta trama de investigación al PP en el  caso Gürtel , nadie se acordó de los pobrecillos ciervos. Pero a lo que iba. El rey pidió perdón. Algo histórico puesto qu nunca antes había ocurrido, por el orgullo y la soberbia típicas de la realeza. Pero Don Juan Carlos demostró que es buena gente. Y que ama a España por encima de a sí mismo o su familia. Majestuoso. Viva el Rey¡¡¡

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