El 7

Ya lo decía Carlos Gardel en uno de sus espléndidos tangos: "Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien. Sentir, que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada errante en las sombras te busca y te nombra. Vivir, con el alma aferrada a un dulce recuerdo, que lloro otra vez...." Han pasado veinte años desde aquel 2 de abril de 1992 en el que a todos los madridistas se nos heló el corazón. Moría Juanito. Nacía el mito. Y todavía tengo el alma aferrada a un dulce recuerdo que cada año por estas fechas me viene a la cabeza como un soplo a la vida. Esa noche, tras regresar del Bernabéu de ver a su Madrid ganar por 2-1 al Torino italiano, en el que jugaba el gran Martín Vázquez, perdía la vida en accidente de tráfico, cuando a volvía a su casa en Mérida, Juan Gómez "Juanito". El gran 7 del Real Madrid. Ese número que no es cualquier cifra para este club, y que después han lucido Butragueño o Raúl, y ahora Cristiano Ronaldo. Juanito, al que el templo blanco recuerda siempre en cada minuto siete de cada partido al grito de "Illa Illa Illa Juanito maravilla", y al que evoca y reza cuan Santo cada vez que hay llevar a cabo alguna gesta deportiva. Como aquellas remontadas europeas de las que fuiste partícipe ante el Borussia Monchengladbach (4-0 en la vuelta remontando un 5-1 en contra y contigo dando botes de alegría cuando fuiste cambiado en el minuto noventa), el Anderlecht o el Inter de Milán, que dieron nombre al miedo escénico del coliseo blanco. Va por ti Juanito. Esa fatídica noche de hace veinte años se me hizo larga y eterna. Apenas pude dormir pensando en uno de mis ídolos de la infancia, uno de los causantes de mi madridismo, que nos decía adios para siempre. Porque Juan era grande jugando al fútbol. Un torero y un artista del balón de los que ya no quedan, pero, sobre todo, era una persona que rebosaba humanidad. Con una personalidad arrolladora, impulsivo y polémico, pero todo corazón y compromiso con ese centenario escudo y con esa camiseta blanca, que no empaña, pero que tanto pesa. Un corazón que le jugó malas pasadas y le llevó a cometer algunas trastadas como aquel famoso pisotón a Lottar Matthaus, en la Copa de Europa, pero un corazón, que también le llevó después a pedir perdón y capaz de arrastrar tras él a decenas de miles de corazones de madridistas. El mio incluido. Un corazón que le costó un botellazo en Belgrado, en la antigua Yugoslavia, defendiendo los colores de la Roja en una eliminatoria infernal contra los balcánicos para clasificarse para el Mundial de Argentina 78, tras provocar a los seguidores yugoslavos cuando ea sustituido poco antes de acabar el partido con el dedo pulgar hacia abajo como signo de derrota. Ese era Juanito. Osado y valiente. Provocador. Temperamental. Un fuerte carácter qué le tuvo dos años fuera de las competiciones europeas por zarandear al árbitro y a un linier delante de las cámaras de televisión tras caer eliminados en Europa contra el Grashoppers suizo. Un símbolo del madridismo que, al igual que Raúl González Blanco, vistió  la camiseta del eterno rival, el Atlético de Madrid, antes que la blanca, cuando la suerte, en forma de desgracia de lesión, le abrió después la puerta del Real Madrid. Grande Juanito. Siempre en el recuerdo de todos los madridistas. "Porque veinte años no es nada, que febril la mirada errante que en las sombras te busca y te nombra. Y aunque el olvido que todo destruye, haya matado mi vieja ilusión, guarda escondida una esperanza humilde, que es toda la fortuna de mi corazón.
http://www.youtube.com/watch?v=xsLvpAXHdZ8

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