El poder de la música


Ya puede nevar, llover a cántaros o caer chuzos de punta como si no costaran. Da lo mismo. La música, y si es buena más, puede con todo. Peñafiel ha acogido este fin de semana su concentración anual de charangas. La décima edición. La más fría y adversa de todas en lo climatológico. Hemos pasado toda la semana mirando al cielo esperando un milagro en forma de anticiclón que pudiera frenar la incómoda aunque deseada lluvia para el campo. Pero nada. El milagro no llegó. Pero lo desapacible del tiempo pasó a un segundo plano, eclipsado por la casta, la calidad y, sobre todo, por la pasión por la música y las ganas de agradar y de pasarlo bien que demostraron las 17 charangas que han participado, entre las que había una de Málaga, otra de Albacete, y, el resto, de varios puntos de Castilla y León, que derrocharon ilusión y una profesionalidad sin igual. Digna de admirar y que en este blog quiero poner de manifiesto, para que conste. Cuanta más agua caía y más fuerte soplaba el viento, pues la música sonaba con más intensidad plantando cara y desafiando a la naturaleza que, en varias ocasiones, llegó a arrojar la toalla para dejarnos momentos de tregua viendo que no podía con el poder y la magia que desprendían las charangas. Da gusto ver también a un pueblo entero volcado con este fin de semana que ya han bautizado como el pequeño San Roque, que sigue dando pasos y se ha consolidado como la mejor concentración de este tipo de música en toda España. Y es que cada año son más las peticiones que la organización recibe y que tiene que desechar, muy a su pesar, por falta de recursos. Es un fin de semana marcado en rojo en el calendario por los peñafielenses, pero también por los amantes de la buena música y de la fiesta. Dos días importantes para los hosteleros, que hacen su particular agosto y cogen un poco de aire para seguir peleando contra la crisis que nos azota. Un fin de semana también para pasar página y olvidarnos del mundanal ruido y del desasosiego en el que vivimos. Para disfrutar con  los amigos o con la familia. Porque esta concentración es para todos. Todos tienen cabida en ella, desde los más pequeños hasta los más mayores. Peñafiel se desborda de gente. Turistas que acogemos con alegría para que los debutantes se lleven un buen sabor de boca y hablen de nuestro municipio, conocido por su gastronomía, con el lechazo como plato estrella; por sus vinos de la Ribera; por su majestuoso castillo, que abriga y da cobijo a los peñafielenses en días fríos y lluviosos como los que hemos vivido este fin de semana; y también ahora, por sus músicos y por la calidad de su concentración de charangas, que estoy convencido de que con el paso de más años seguirá creciendo. Chapeu por ellos.

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