Navidad
Me gusta la Navidad. No a todo el mundo le parece bien. Lo respeto. Entiendo que haya gente a la que estas fechas les supone un mal trago y difícil de digerir por la ausencia de seres queridos. Y también entiendo que estos días son complicados de llevar con alegría para millones de españoles, que lo están pasando muy mal con esta crisis brutal. Yo tengo suerte. Lo reconozco. Y por ello es más fácil hablar y más aún poder celebrar la Navidad con entusiasmo y optimismo de cara a este año recién comenzado. Tengo trabajo, casa, una pareja sentimental, seres queridos a mil alrededor que me quieren, amigos... Siempre se puede mejorar, como diría aquél, pero a mi no me hace falta más. Y para mi, los Reyes están servidos. Para el 2012 solo pido quedarme como estoy. Podré pecar de conformista, pero creo más bien que soy realista. Nos espera un año muy duro. Máxime tras las medidas anunciadas por el Gobierno de España, en general, y por la Junta de Castilla y León, en particular. No es que nos tengamos que apretar los cinturones, es que además hay que darle un par de vueltas al pantalón. Recortes que no por esperados dejan de ser dolorosos. Pero soy optimista por naturaleza. Yo pasé hace tiempo por una mala época a nivel laboral. Me quedé sin trabajo en plenas navidades. Siempre me acordaré de aquél gran periódico que se llamaba Grada Deportiva. Un sueño de estudiante que alcancé muy pronto. Y que se fue al garete en plenas navidades de 2003 porque al empresario se le puso entre los dídimos. Era una época aquella de bonanza económica, pero el dueño parece ser que no ganaba lo suficiente o quizás hizo de gurú y empezó a ver mal la cosa y se quitó de encima un proyecto ilusionante y el sueño de una docena de trabajadores más numerosos colaboradores. Pero eran otros tiempos. No me gustaron, sobre todo, las formas. Recuerdo como un 2 de enero de 2004 los periodistas de ese periódico estábamos convocados a una reunión con el jefe para charlar sobre el futuro ya que había rumores nada buenos y preocupación entre nosotros. A las diez de la mañana era el encuentro. Y a las diez y dos minutos llegué yo. La sorpresa ver a un cerrajero cambiar la cerradura de la puerta de entrada al local. Acto seguido llegaron dos abogados en nombre de la empresa, que nos comunicaron que el periódico se cerraba. Más rápido, imposible. Cortita y al pie, como diría el gran Di Stéfano. Un palo. Nos quedamos sin capacidad de reacción. Íbamos a hablar de futuro y nos encontramos en la calle en un pis pas. El dueño del periódico, ni dio la cara. No tuvo huevos. Fue una Navidad complicada. Pero eran otros tiempos. La vida se veía de otra manera. Había expectativas de trabajo. No como ahora. Y también tuve suerte, porque encontré trabajo más pronto que tarde. Apenas cuatro meses después de aquello. Cuatro meses que, por cierto, se me hicieron larguísimos y en los que no atisbaba la luz al final del túnel, pese a mi optimismo natural. Y eso que yo, al menos, echaba una mano en el negocio de mis padres y jugaba al fútbol en un equipo que me mantenía entretenido y liberaba de mi tensión laboral y de numerosas comeduras de cabeza durante cinco días de los siete de la semana. Que no es moco de pavo. Así que entiendo un poco como deben sentirse esos parados que llevan años sin currar y en algunos casos, meses y meses sin ver un duro entrar por casa y con bocas que alimentar. Gente a la que quiero transmitir, desde este humilde blog, mi más sincero ánimo, que no arrojen la toalla y que luchen por su futuro. El pasado sábado me encontré con un amigo periodista que está en paro. Que lleva desde un poco antes de verano sin trabajo. Estaba en el Ayuntamiento de Peñafiel como responsable de prensa y un poco de comercial también para vender el pueblo al exterior. Lo hacía bien. O al menos, en la parte que yo conocía de su trabajo y que mi me afectaba, lo bordaba. Los ajustes y los recortes que está habiendo también en los ayuntamientos se lo llevaron por delante. El hombre está sufriendo porque no encuentra nada. Me consta que se está moviendo para encontrar curre. Y es normal que se desespere. Yo trate de darle ánimos y le dije que no se rindiera. Está pensando en dejar el gremio periodístico y buscar otras cosas. Le entiendo. Aunque le insistí en que no se rinda y que al final tendrá una recompensa. Hace poco se han ido 35 la calle en televisión Castilla y León. En la prensa en general la situación no es nada buena tampoco. Nosotros en La Razón, aguantamos como podemos, pero porque somos cuatro gatos. Así está el sector. Cogido por alfileres. Unos alfileres que se llaman Junta de Castilla y León. Y cada vez quedan menos alfileres en la caja y con más prendas que sujetar. Pero hay que tratar de ser optimistas. Tengo suerte. Y cada vez que veo casos como el de este periodista amigo mio, más afortunado me veo. La suerte es necesaria en la vida y hay gente que no la tiene. Soy de los que pienso que en la vida pasan trenes y que hay que saber pero también poder cogerlos a tiempo. Pero también es necesaria la suerte.Y espero y deseo que el 2012 sea distinto y mucho mejor para los españoles. Y que nos acompañe la suerte.
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