Como en los viejos tiempos

Como en los viejos tiempos. Fue un rato, pero estuvo bien y me hizo recordar tiempos pasados, que no quiere decir mejores, pero sí diferentes, y, sobre todo, agradables y divertidos. Hablo de Peñafiel y de los bares de ambiente de toda la vida; los que se encuentran en la Plaza de España y en la calle Derecha al Salvador. A eso de las once de la noche de ayer viernes llegaba a Peñafiel después del trabajo. Y como cada quinto día de la semana, salí con mi mujer a tomar unos vinos por estos bares, qué lugares, como diría Urrutia. Para mí sorpresa, y acostumbrado ya a tantos y tantos viernes del año en los que, como dice mi amiga la Tania, sólo salimos a tomar algo los de mantenimiento, las terrazas estaban llenas y la calle derecha al Salvador bullía de gente de todas las edades, mayores, medianos y adolescentes, también algunos guiris, tomando chismes, fumando pitos, contando batallitas, divirtiéndose. Como en los viejos tiempos. Aunque no duró mucho. Cosa que sí ocurría antes, cuando las veladas se alargaban y se alargaban y se alargaban hasta las tantas. Cuando no había prisa, ni móvil -aunque mi hoy suegra, pero entonces la madre de mi novia, llamaba al Bar Mario para preguntar si estaba su hija y con quién- y sólo teníamos ganas de estar con los amigos, reírnos de la vida sin pensar en nada más, y de pasar la noche al fresco. Esas eran mis vacaciones de adolescente en el mar. En la costa de la Ribera del Duero. Olía fiestas. A San Roque. El santo sobrevolaba entre los presentes. E incluso había algún perro por ahí husmeando. Pero decía que duró poco esa sensación, seguramente porque llegué tarde y porque los tiempos cambian y hogaño la gente no se lía tanto como antaño. Hay otras prioridades. Quizás hay muchas cosas y actividades qué hacer en un fin de semana y hay que repartirse. Quizás también hay poco dinero, aunque tampoco lo teníamos antes, pero lo gastábamos de otra manera y cundía más, dicho sea de paso. Quizás era porque anoche hacía estupendo de temperatura en la calle. O quizás fue un espejismo. Un oasis en el desierto. Un bonito sueño de una noche de verano. No lo sé, pero sí se que estuvo bien ese rato. Es un tema recurrente en Peñafiel entre los que nos acercamos a los cuarenta tacos y empezamos a peinar canas, y los que están más cerca del medio siglo, el hablar de aquellos maravillosos finales de los años 80 o de la década de los 90. Fiestas a tutiplén cada fin de semana durante todo el año.Veranos interminables de cañas, cenas, piscina, ligues y de llegar a casa al amanecer escuchando a los pájaros o a los gallos dándonos los buenos días. Con el pan debajo el brazo, recién hecho. Buen ambiente y mejor rollo. Pocas prohibiciones. Días de vino y rosas. Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. No lo creo. Pero es bueno recordar lo bueno y desechar lo malo, que también lo había. Y disfrutar del momento.

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