Gracias, presidente

Adolfo Suárez,  primer presidente de la Democracia
El hombre que cambió España. El timonel y el forjador de la Democracia. El mito de la Transición. El presidente que inventó otra España... estos son solo algunos de los titulares que los principales periódicos de este país dedican hoy en sus portadas, en el día después de su muerte, a Adolfo Suárez, el primer presidente de la Democracia, y al que estaremos eternamente agradecidos -al menos yo-  por su trabajo por y para España y en beneficio siempre de los españoles. Porque Suárez era, ante todo, un patriota, y una persona valiente y decidida que amaba más a España que a sí mismo. Y si no basta con ver las imágenes del 23-F, con la cabeza alta y saltando para defender a su amigo Gutiérrez Mellado, sin achantarse ante los disparos de Tejero y jugándose la vida literalmente. Mucho se está hablando y escribiendo sobre Suárez y su legado durante estos días -no es para menos- y todo bueno, como suele ser habitual en este santo país, donde más y mejor se preparan los entierros para homenajear a los muertos, pero también donde mejor se sepulta a los vivos. Porque la verdad es que, como dice mi madre, le dieron palos hasta en los pelos del sombrajo. Desde la prensa, que aprovechaba su estrenada libertad para martirizarle; desde la despiadada oposición socialista, que ya olía la sangre; desde dentro de su propio partido, que lo despedazaron, unos por progresista, y otros por reformista; desde el ejército, cabreado con él por haber legalizado el Partido Comunista y por la sangre que estaba derramando ETA en esos años de plomo. Pero el paso del tiempo siempre pone a cada uno en su sitio, y ahora, casi 40 años después, España entera está reconociendo, con sus fallos y sus virtudes, la labor del audaz abulense de Cebreros en favor de la unidad y la concordia entre todos los españoles. Tan de moda y de actualidad en la España de hoy, para desgracia del propio Suárez, que menos mal que el hombre ya no se acordaba de nada, porque si viera como está el patio, se le hubiera partido el corazón hace tiempo. Y el alma. A punto de cumplir 38 años, poco o nada puedo decir de lo que se vivió en España en aquellos convulsos pero esperanzadores años de final del franquismo y del inicio de la Democracia, porque apenas empezaba yo a andar en esta vida. Pero sí creo saber que gracias a Adolfo Suárez estoy hoy yo aquí ahora escribiendo estas líneas en este humilde blog con absoluta libertad. Emociona ver la interminable cola de gente en el exterior del Congreso de los Diputados esperando para entrar al salón de los pasos perdidos para darle el último adiós, pero sobre todo, las gracias. Y con eso me vale. Me gusta también el despliegue informativo que se le está dando a la figura de Súarez, como no podía ser de otra manera, y su importancia, sobre todo para las jóvenes generaciones de españoles, más familiarizadas con los valores de Cristiano Ronaldo o Messi, y a los que a buen seguro el nombre de Suárez les suena a chino. Si alguno ha tenido a bien ver alguno de los programas especiales que se han emitido en televisión sobre el presidente y está leyendo o escuchando todo lo que se escribe en los periódicos o se dice en las radios estos días, habrá podido aprender mucho de nuestra reciente historia. Más que en los libros del colegio. Y esto,, también me vale. Presidente, descanse en paz, que bien merecido lo tiene, junto a su mujer Amparo y su hija Marian. Y muchas gracias.

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