Gracias

Me gustaría empezar este wanted de hoy dando las gracias a todos que habéis leído la carta del otro día dedicada no solo a mi amigo, mi primo Currito, sino también a sus padres, a los amigos y la familia Quiroga entera, que es la mía también, representada en aquella inolvable y espero que irrepetible velada por cuatro personas. Porque en realidad éramos más los que estábamos de alguna forma allí presentes dando nuestra particular despedida a Carlitos. He de reconocer que estoy un poco asustado pero a la vez entusiasmado por la repercusión que ha tenido dicha carta o artículo, porque realmente no sé lo que es, y eso que soy periodista. Porque no sabría explicar ahora mismo en qué estilo encuadrar esas líneas aunque -y eso sí lo que puedo asegurar- me salieron del alma. Palabras que necesitaba expresar de alguna forma y compartirlas con todos vosotros. Eso sí, nunca imaginé que la iba a leer tanta gente y menos aún que fuera a recibir tantos mensajes de apoyo y agradecimiento, tanto físicamente como a través de las redes sociales. Y por eso reitero mi gratitud a todos. Por estar ahí compartiendo con nosotros estos duros momentos. Me conmovió especialmente la llamada telefónica que recibí de la prima Marga nada más que la leyó, dándome las gracias, con lágrimas en los ojos y rota por la emoción. Porque esas líneas que escribí así lo provocaron o lo quisieron. O los besos de la madre de Curro y de su tía Abilia, mi suegra, que nada más verme me asaltaron para abrazarme y darme dos besos. O las palmadas en la espalda de Carlos, el padre de Curro, consolándome a mí de alguna forma al verme también superado por el momento -que manda cojones- cuando es él quien más necesita del consuelo y apoyo de los demás. Es obvio que es la carta que uno nunca quiere o espera escribir, pero hay veces en la vida -y esta era una de ellas- en las que uno necesita sacar de dentro lo que siente. Y en mi caso, la mejor forma que tengo de expulsar lo que te consume en el interior es escribiendo. Es mi profesión. Me gano la vida así, aunque también es cierto que contando otro tipo de cosas.
No fué fácil, pese a que tenía la idea clara en mi mente de lo que quería escribir. Ya que es algó que viví en primera persona. Han sido muchos los momentos vividos. Emociones todas que se me agolpaban a la vez en la cabeza y que quería plasmar en el texto, pero que no sabía no solo cómo empezar, sino cómo ponerle fin. El caso es que gracias. A todos. Sin excepción. Son momentos duros, pero ver y comprobar cada vez que me conecto a internet que son más de setecientas las entradas o veces que se ha leído esta carta en mi blog, que ahora necesito daros las gracias. Algo que me demuestra que la muerte de Currito ha calado hondo en Peñafiel y que la gente lo ha sentido de verdad, de corazón.
Pero estoy con ganas de seguir escribiendo y de contaros más cosas, mientras escucho algo de música de Lolo, un gitano cantautor que se gana la vida cantando flamenco y tocando la guitarra en Códoba, y al que le compramos la Isa y yo un cedé el pasado jueves, que además nos dedicó, mientras nos sorprendió en una terraza cuando disfrutábamos de unos días de vacaciones, ajenos a todo lo que vendría después. Estoy de descanso hasta el lunes todavía, y aunque esta semana se me está haciendo eterna, al menos, tengo más tiempo para poder estar junto a mi segunda familia. Una semana en la que me estoy comiendo mucho el tarro porque no dejó de pensar en lo ocurrido y en lo que está por venir, pero en la que estoy disfrutando de nuevas veladas. De otros momentos mágicos. De sensaciones únicas y antes jamás experimentadas. Unos días en los que, pese a los nervios y tensión acumulada, estamos compartiendo más horas y horas de  mesa y mantel. Y de sobremesa. Con cientos de recuerdos y de momentos especiales que van saliendo sobre la marcha. Y que parecen no tener fin. Y es que los Quiroga, que tendrán sus cosas y cuecen habas como en todas las familias, son, ante todo, una piña, y siempre están ahí cuando hace falta. Sin tener que pedirlo y sin pedir nada a cambio. Dice la prima Sara que los Quiroga "somos como los gitanos", y que cuando ocurre algo que afecta a la familia, por pequeño o insignificante que sea, van todos. Pues sí. Es cierto. ¡Y qué pasa! ¿Algún problema? Ya quisieran muchos esta familia. Mi madre me lo dijo el otro día, por teléfono, cuando la llamé para contarla lo que había sucedido con Currito. Sabe que los Quiroga son mi familia también y que no lo estoy pasando bien. Y hablando y hablando me acabó diciendo, "si es que son una piña". Pues eso, una piña. Y de las buenas. Traídas del trópico directamente. De esas que vende la Tita y el Martín en la tienda. Pero bueno, que no quiero enrollarme demasiado, ya que el objetivo de este texto, que no era más que daros la gracias por vuestro apoyo a todos los que habéis estado ahí, detrás de esta pantalla del ordenador, pues que está cumplido. Con este wanted pongo punto y final a este especial capítulo de mi vida, ya que no pretendo darle continuidad. Y con el desafío de empezar uno nuevo. Distinto y confío en que esperanzador. Gracias.

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