Siempre nos quedará Peñafiel

Todo lo bueno se acaba. También lo malo. Menos mal. Y es que hoy es uno de sos días en los que no se muy bien si lo que se ha terminado es lo bueno o lo malo. Aunque quizá las dos cosas. Eso es como cuando hace años en los Juegos Olímpicos un afamado periodista al referirse a los nadadores españoles por su actuación siempre decía: "Buena participación de los nuestros en el agua. Ninguno se ha ahogado". Pues eso me pasa a mi un poco hoy. Buenas fiestas y buena participación de la gente, en general, y de mis amigos, en particular, que al final siempre responden la mayoría. Ninguno se ha ahogado en alcohol ni le ha pillado el toro. Nos hemos visto. Nos hemos reído bastante. Hemos comido juntos y bailado y cantado también. Ha hecho algo de frío el primer día. Ha llovido un poco y ha hecho un calor de cojones en la recta final. Así que bien. De mimo, como me gusta decir. Y es que la vida es muy ambigüa casi siempre. Paradójica. No hay quien la entienda en la mayoría de las veces. Para unos lo que está mal, a otros les parece bien. Y al reves. El caso es que como cada 19 o 20 de agosto, depende el año y como caigan los días, estoy un poco plof, pero a la vez aliviado y satisfecho. Se terminaron las fiestas de Peñafiel en honor a Nuestra Señora y como no, a San Roque. Con silbidos al equipo de gobierno por no soltar toros -con buen criterio creo yo- después del encierro en la madrugada del sábado al domingo y con cánticos a favor de Pichi, como futuro alcalde del pueblo. Algo falla para que andemos así. El caso es que el chaval - el tal Pichi- se lo ha pasado bien estas fiestas y nos lo ha hecho pasar bien a los demás, que es de lo que se trata. Así que si el chico no sale de alcalde en las próximas elecciones, al menos que le ofrezcan una concejalía. La de espectáculos, por ejemplo.
El caso es que resumir cuatro días de fiesta -según el programa, porque en realidad ha sido una semana- en unas líneas es complicado. Muchas cosas que contar y otras muchas mejor que queden ahí. En el terreno de juego, como les gusta decir a los futbolistas cuando se enzarzan en un partido. En lo que mi respecta, insisto, de mimo. Siempre me lo paso bien. para que nos vamos a engañar. Pasan los años y aquí seguimos dando guerra. Al pie del cañón. Cierto es que cada vez se me hacen más largas estas fiestas, por aquello de las resacas, que tardan más tiempo en marcharse de nuestra cabeza y músculos. Pero el caso es que soy un tío feliz. Y con suerte, pese a que estoy un poco magullado, y no de arriesgar ante los cornudos precisamente. Felicito desde estas páginas al ayuntamiento. Buen programa de fiestas. Miles de personas han disfrutado de ellas. Los forasteros, satisfechos. La hostelería, contenta. Y los del pueblo, en su gran mayoría, también. Los toros, un poco flojetes, aunque como también casi siempre han hecho de las suyas, más por despistes de la gente que otra cosa. Tres heridos no es poca cosa, pero tampoco ha sido una carnicería como otros años. Una semana en la que al menos hemos dejado la crisis y las desgracias del mundo un poco de lado, que al menos en mi caso es una liberación. Pero sobre todo, una semana en la que estás con la gente que te gusta estar y aprovechas para estar con ellos porque luego cuentas con los dedos de la mano los días que les ve el resto del año. En fin y como dice el dicho: Siempre nos quedará París. Y en este caso, Peñafiel. Viva San Roque y el pijo del tío Bernardo. Ya solo quedan 364 días para las próximas. Y ahí estaremos. O eso espero. Si Dios quiere y el tiempo o las autoridades no lo impiden. Porque antes se llevan la iglesia de Santa María del pueblo que a mi de las fiestas.

Comentarios

Entradas populares