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He aquí el hombre |
Ecce homo. O lo que es lo mismo, he aquí el hombre, o aquí está el hombre. Son las palabras de moda. Aquellas que pronunció Poncio Pilato, lávándose las manos literalmente, cuando presentó a Jesús de Nazaret, con su corona de espinas, ante la muchedumbre hostil y sedienta de sangre, que le acusaba de ser el Rey de los judíos. Desde entonces, Ecce Homo, para el arte cristiano, son todas aquellas representaciones de Jésús de esa guisa, en las que el hijo de Dios suele aparecer atado o semidesnudo, con cara de sufrimiento. Tuve un profesor en el Instituto, muy gracioso y peculiar el tío, que nos decía muchas veces que el hombre no es que venga del mono, sino que tiende hacia el mono. Vamos, que nos pasamos el día haciendo monadas o goriladas. Algo que se confirma cuando contemplamos el Ecce Homo del Santuario de Nuestra Señora de la Misericordia en Borja, en la provincia de Zaragoza, del artista Elías García Martínez,
restaurado, por decir algo, por una viejecita del pueblo, de nombre Cecilia, y de apellido Giménez, que, en resumen, la ha liado parda. Ha hecho una tremenda monada. Ha dejado el Cristo, y nunca mejor dicho, como un auténtico cristo. Y la que se ha montado en todo el mundo. Toda la prensa internacional se ha hecho eco de este tema. La mayoría para mofarse. No es para menos. Pero las redes sociales echan humo en defensa de la restauradora, e incluso se han creado plataformas pidiendo que dejen al cristo como está. Muchos ya lo consideran un icono del pop, al estilo de la Marilyn Monroe de Andy Warhol. Casi na. Y para el pueblo de Borja, aunque no lo reconocerán, está siendo un pelotazo. De pasar desapercibido a ser el centro de atención del mundo. El peregrinaje de personas a este santuario, curiosos por contemplar la monada, es realmente espectacular. Si querían dar a conocer al pueblo, nunca lo podrán hacer mejor. Si Dios levantara la cabeza...He aquí al hombre. Vaya tela. El caso es que un país de chismes de taberna y de cotillas como este, pues el asunto de la restauración está animando el cotarro este final de agosto, que falta también hacía, con tanta crisis y tantas desgracias, aunque para los puretas de la Cultura, lo de este Ecce Homo es una gran desgracia. Sea lo que fuere, lo hecho, hecho está. Y habrá que apechugar con lo que hay. Un equipo de expertos se ha desplazado al lugar del crimen para analizar la situación y ver si se puede coger por algún lado la pintura y recuperarla. Me temo que es algo complicado. Más que restaurar su jeta habría que hacer una nueva, entonces ya no sería restauración, sino creación. Pero bueno, pelillos a la mar, y si por mi dependiera, el Ecce Homo en cuestión se quedaba como está. E incluso le pondría la cara de paquirrín, como alguno ha hecho ya circular por las redes sociales, que queda aún más mono y, qué cojones, seguro que crea más riqueza y empleo. Que falta nos hace.
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