El fútbol

-. ¡Fútbol, fútbol, fútbol...es que todo el dia vas a estar viendo fútbol!, mi madre dixit. -, Pues sí, mamá, qué se le va a hacer, el fútbol me gusta, lo he practicado, lo practico y lo practicaré hasta que no pueda con los dídimos, huevos, cojones o pelotas, como más os guste. Es mi vida, o parte importante de ella al menos. Todo lo que soy, se lo debo en gran parte al fútbol. Es lo que hay. Y lo que será, me temo. Y a quién no le guste, que coma un poco de ajo. Todavía  con los pañales puestos ya daba mis primeras patadas al balón. Y qué cojones, mi madre, cuando me tenía en el vientre, ya padeció de mi exquisita pierna derecha. He crecido jugando al fútbol. Me he formado como persona. Me han crecido los pelos de los huevos dando patadas a un esférico, como dicen los comentaristas deportivos guays. Y hoy en día tengo canas en los mismos dos huevos con los que nací, y sigo jugando al fútbol. Mi adolescencia la pasé rodeada de un balón. Me he formado como persona en un campo de fútbol. Y viendo los pitos, primero colillas y luego rabos de mis compañeros, en las duchas de los vestuarios. He pasado frío. Calor. He jugado medio cojo. Con fiebre. De día. Por la tarde. de noche. De madrugada, con los colegas. Y al salir el sol, de empalmada, después de una noche de juerga. He visto de todo en un terreno de juego. Infartos. Lesiones graves. Goleadas a favor. En contra. He sufrido el dolor  por el cansancio. He padecido el sufrimiento de la derrota amarga. He sentido la impotencia. La prepotencia. La superioridad y la inferioridad manifiesta. Me reído. He llorado. He besado escudos.Y he sudado como un cabrón las camisetas que me he puesto. Me han manteado alguna vez. E insultado. He conocido el valor del compañerismo. El del esfuerzo, El de la competitividad. La alegría de la victoria. Por el deber cumplido. He ganado algo de dinero, poco pero algo. Y le he perdido también. Muchos de mis mejores amigos les he conocido en un estadio. Entrenando con ellos. Jugando con ellos. Cagándome en todo con ellos. Algunos de mis enemigos también les he padecido en un campo. De tierra. De césped. de Hierba artificial. De cemento. En un parket. Mis primeros pinitos periodísticos los hice escribiendo crónicas de partidos de fútbol. El fútbol me lo ha dado todo. Es mi espacio. Mi vida privada. Mi debilidad. Sé que en la vida hay muchas otras cosas. Y trato de disfrutarlas al máximo. Pero que no me quiten mi balón. Y menos el del penalti de Sergio Ramos contra el Bayern, que lo encontré yo.
Y es que el fútbol es más que un deporte. Nacional, regional o local.  Es un fenómeno social. Cultural también. Capaz de atraer a las masas como ningún otro acontecimiento. Capaz también de transformar a las personas. Quién no ha visto alguna vez a un amigo o conocido al que consideramos buena persona o buen tío, o tía -para que no se me enfaden las feministas- al que se le va la 'perola' jugando o viendo un partido de fútbol. Sólo el deporte Rey es capaz de esto. Otros deportes, puede que también, pero menos. Solo el fútbol es capaz de sacar una sonrisa al parado que no encuentra trabajo y de hacernos olvidar, aunque solo sea en noventa minutos, de la brutal crisis que estamos padeciendo y que parece no tener fin. Solo el balompié puede fundir en un abrazo a dos enemigos irreconciliables. De juntar a una familia. A un grupo de amigos. De desconocidos. También es capaz de sacar lo peor del ser humano. Pero de esto es mejor no hablar. Me quedo con lo bueno.
Se acabó la interminable Liga. También la Champions. La Copa. Y empezó la Eurocopa. Fútbol en estado puro. La lucha por la supremacía futnbolística europea. Y España, quién te ha visto y quién te ve, favorita. Esta mañana he visto un reportaje de varios seguidores que se encuentran en Ucrania desde que empezó la competición animando a España. La mayoría, sin trabajo. Que se han gastado y se están gastando sus pocos ahorros por ver a la Roja. Paseo por Valladolid y no hay rincón, ventana, balcón, bares, restaurantes, taxis, autobuses urbanos, coches que no tengan una bandera rojigualda en sun interior o exterior. Los propios viandantes  luen con orgullo la camiseta, un reloj, una pulsera, una gorra... de España. El fútbol puede con todo. El fútbol ha hecho más por la identidad y unidad de España que todos los políticos juntos en la historia de nuestro gran e histórico país. Tambien Gasol, Alonso, Alberto Contador... y, como no, nuestro Rafa Nadal, el mejor deportista de la historia de España. Hoy jugamos contra Portugal. Contra Cristiano Ronaldo. El bicho. ¡Y qué! Somos España. La selección de Del Bosque. La del tiki taca que inventó Aragonés. O se encontró con el. Esta noche nos pondremos la roja. Nis pintaremos la cara. Y nos iremos al bar, junto a los amigos, a ver el fútbol. Son momentos únicos en la vida. Quien sabe si volveremos a disfrutar de momentos como éstos. He sufrido mucho con España. Nunca se me olvidará al fiasco del Mundial 82. La cagada de Arconada en la Eurocopa de Francia 84. El penalti fallado por Eloy en cuartos en México 86. La falta de Stoichkovic que nos mandó para casa en octavos en Italia 90. El codazo de Tassoti y el fallo de Salinas contra los italianos en EEUU 94. La eliminación en cuartos por penaltis contra Inglaterra -que nunca gana a los penaltis salvo a nosotros- en la Euro del 96. El ridículo de Francia 98, que caímos en primera fase con un equipazo. El robo de Al Ghandur contra Corea del Sur en 2002. El penalti d´que falló Raúl en la Euro de 2004 contra Francia. La eliminación de nuevo contra la Francia de Zidane en el Mundial de 2006. Fútbol. Ganar o perder. Muchas decepciones. Pero ahora nos toca sonreir. Desde el triunfo en 2008, no nos tose nadie. Somos los mejores. Disfrutemos de ellos el tiempo que nos quede. Con orgullo. Con la cabeza bien alta. Porque somos España. Un nación grande. Un país único. ¡Vamos España!

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