Si montas un negocio, un bar lo último

Lo primero que quiero es decir hola y dar la bienvenida a todos aquellos que alguna vez lean lo que a partir de hoy tengo la intención de escribir en este blog de reciente creación. Un espacio, que las nuevas tecnologías me brinda, en el que mi único y fácil objetivo es escribir aquello que quiero escribir, para desahogarme y para que me sirva como forma de escape de la rutina diaria. No pretendo más.
Sin más, arranco con un tema que día tras día sigue deparando sorpresas: la ley contra el tabaco. Decididamente, nos hemos vuelto locos en este país. A la persecución que día tras día se sigue sometiendo a los fumadores, que ya tienen bastante con fumar y no poder dejarlo en la mayoría de los casos, y a los que se considera prácticamente delincuentes y una especie a extinguir -y si no mirad y analizad lo que le ha ocurrido a Joaquín Sabina en Uruguay (menos mal que no ha sido en España), donde le han caído once mil dólares o lo que es lo mismo ocho mil euros de multa por fumar en un hotel-, ahora son los dueños de establecimientos de hostelería los que llevan tiempo en el ojo del huracán. Primero, porque ahora su misión principal es la de estar vigilante para que nadie fume en su local en lugar de servir o prestar un servicio ciudadano, como es el de disfrutar una buena bebida o tapa tranquilamente, no sea que el chivato de turno ponga una denuncia y le multen primero y cierren el local después. Y ahora leo que en un pueblo de Galicia, cuyo nombre no me acuerdo ahora, van a empezar a multar a aquellos propietarios de bares que no recojan las colillas que los fumadores tiran al suelo en diez metros a la redonda del local. Entiendo que pueda haber zonas en las que haya masiva presencia de colillas que impidan que los no fumadores y tolerantes personas puedan caminar, como si fueran excrementos de perros, e incluso admito que no da buena imagen turística al lugar y que a los españoles consideren unos cerdos en el exterior. Pero es lo que hay. España es fumadora y la colilla se ha tirado al suelo siempre. Como Dios manda. Pero dicho esto, digo yo que los servicios de limpieza de cada municipio están para algo y que a estos trabajadores se les paga con los impuestos de los ciudadanos. También con el dinero de los propietarios de los bares a los que ahora les quieren cobrar a base de multas por tener el suelo lleno de colillas. No creo que ésta sea la mejor medida para acabar con las colillas en el suelo. Además, y no soy adivino, me juego el 'oficio padre' a que esto traerá problemas también entre los propios propietarios de bares colindantes. Que si estas colillas no son mías, que son de Paco, el de aquí al lado, que ayer cerró a las cuatro el muy cabrón y yo a las tres, y pagamos los mismos impuestos... Y sino, al tiempo. Los de los bares no dan más de sí, porque gracias a esta ley de la ministra Pajín las ventas están cayendo en picado. Y lo que queda. Un consejo, si tenéis pensado montar un negocio, un bar es lo último a lo que deberías de recurrir.
Y por cierto, Carrillo, el de Paracuellos, tiene 96 años y lleva 82 fumando. Y no se ha muerto. Así que eso de que fumar mata, habría que analizarlo también, pero eso será otro día.
Chao a todos

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