Viva San Roque
Hoy es 19 de agosto, el peor día del año para la mayoría de los peñafielenses que se precien de serlo. Y además lunes, del que algunos dicen que es el peor día de la semana. Y si encima vuelves al bendito curre sin apenas descansar, para que te quiero contar. Pero he de decir que aunque me he reincorporado tristón y algo nostálgico, lo he hecho con las pilas cargadas y con ganas de escribir cosas, que a fin de cuentas es con lo que me gano la vida. Y al que con pan se las den, pues que con agua se la bendigan. Y que me quiten lo bailao, que diría el otro. Y es que ayer domingo se terminaron en Peñafiel unas espectaculares fiestas en honor de Nuestra Señora y San Roque. Y algo se muere en el alma cuando un San Roque se va, ya que nos da la sensación de que se acaba el verano y reaparece la rutina de cada día. Y sí, es cierto, estarás pensando que queda mucho por delante aún de verano, y muchas fiestas por delante, que si las de Valladolid, las de Medina, las de Tordesillas, ahora en breve Cuéllar y Sepúlveda, y las que tú quieras, pero estarás conmigo que ya no es lo mismo. Esa sensación de tener las fiestas de Peñafiel tan cerca, pero a la vez tan lejos, de estar todo el verano esperando a que lleguen, con el gusanillo en el cuerpo, y que cuando se acaban, pues como que falta algo. Y es que las de este año han sido unas fiestas especiales, las del Milenario, porque Peñafiel celebra sus mil años de historia. Ahí es nada, y ahí queda eso. A ver quien es el guapo que lo supera. Y digo que han sido espectaculares, pero me quedo corto. Más bien han sido fascinantes, trepidantes y divertidas para todos los públicos y edades. Bajas de presupuesto pero en lo más alto en cuanto a ingenio. Fiestas en las que los peñafielenses y forasteros hemos disfrutado de ellas sin que se notase el menor gasto llevado a cabo por el ayuntamiento, que no está para grandes dispendios. Es lo que tiene la crisis, que hay que hacer más con menos, y agudizar la mente. Y eso es lo que en mi humilde opinión se ha hecho estupendamente y mejor que nunca desde la comisión de festejos, pero también y como siempre de la mano de la gracia, el entusiasmo y las ganas de pasarlo bien de muchos peñafielenses. Anónimos vecinos para el gran público pero queridos y respetados en la peña más fiel de Castilla porque se implican y se involucran como el que más para que todo salga bien y nos lo pasemos pipa. Ahí están la asociación cultural Los Retales, con sus singulares disfraces animando la fiesta; la peña Los Zarrapas, con unos encierros infantiles cada vez mejores, y afortunadamante para el futuro del pueblo con más corredores. La cantera está asegurada; o el encomiable esfuerzo de la Asociación Taurina El Corro para traer mejores animales a los encierros; el inigualable Patín con sus mojitos y sus peculiares actuaciones en las cantinas, y así hasta un largo etcétera. Unas fiestas, en definitiva, cortas para los más jóvenes, que se habrán quedado con ganas de más. Pero para los que vamos cumpliendo años han sido un poco largas, porque ya no se puede estar en misa y repicando porque el cuerpo ya no aguanta como antes. Y aunque el que tuvo retuvo, ayer domingo andaba escaso de batería.
También han sido unas fiestas en las que ha hecho calor. Mucho calor. Extenuante en ocasiones. Y qué decir del ambiente en las calles y plazas del municipio: excepcional. El pueblo abarrotado por decenas miles de personas disfrutando de las fiestas. Algo que en la hostelería y en el sector servicios habrán agradecido, ya que a buen seguro que estas fiestas servirán también para dinamizar la maltrecha economía local. Y salvo un percance en los festejos taurinos el primer día -que además nos duele más en el alma porque el accidentado es uno de los nuestros- no hay apenas que lamentar daños humanos. Y unas fiestas en las que ves a los amigos de siempre. A los que están cada día, pero también a los que no lo están durante el resto del año por motivos familiares o laborales, pero que regresan ilusionados cada 14 de agosto para rememorar viejos tiempos. Amigos con los que sigues compartiendo lo mejor de esta vida, que no es otra cosa que su amistad. Cuatro días de celebraciones, a los que si sumas la víspera del inicio; el día anterior a la víspera; la verbena de Santa Clara, que se celebraba la víspera de la víspera de la víspera; y la víspera de la verbena de Santa Clara, que cayó casualmente en sábado, pues suman siete días de algarabía si no me fallan las cuentas. Para que luego digan de la crisis, que haberla hayla, aunque en esta última semana los peñafielenses nos hemos olvidado de ella, a Dios gracias, como si se tratara de un mal sueño del que ya hemos despertado para regresar a la rutina de cada día y a ese fatídico 19 de agosto que nunca quiero que llegue, pero que lo hace el muy cabrón. Pero lo mejor es que ya queda un día menos para el próximo San Roque, y ahí estaremos como siempre desde hace más de 25 años y como no podía ser de otra manera. Al pie del cañón, Dios mediante y si el tiempo no lo impide y lo permite también la autoridad. Y que Viva San Roque, y el pijo del tío Bernardo.
También han sido unas fiestas en las que ha hecho calor. Mucho calor. Extenuante en ocasiones. Y qué decir del ambiente en las calles y plazas del municipio: excepcional. El pueblo abarrotado por decenas miles de personas disfrutando de las fiestas. Algo que en la hostelería y en el sector servicios habrán agradecido, ya que a buen seguro que estas fiestas servirán también para dinamizar la maltrecha economía local. Y salvo un percance en los festejos taurinos el primer día -que además nos duele más en el alma porque el accidentado es uno de los nuestros- no hay apenas que lamentar daños humanos. Y unas fiestas en las que ves a los amigos de siempre. A los que están cada día, pero también a los que no lo están durante el resto del año por motivos familiares o laborales, pero que regresan ilusionados cada 14 de agosto para rememorar viejos tiempos. Amigos con los que sigues compartiendo lo mejor de esta vida, que no es otra cosa que su amistad. Cuatro días de celebraciones, a los que si sumas la víspera del inicio; el día anterior a la víspera; la verbena de Santa Clara, que se celebraba la víspera de la víspera de la víspera; y la víspera de la verbena de Santa Clara, que cayó casualmente en sábado, pues suman siete días de algarabía si no me fallan las cuentas. Para que luego digan de la crisis, que haberla hayla, aunque en esta última semana los peñafielenses nos hemos olvidado de ella, a Dios gracias, como si se tratara de un mal sueño del que ya hemos despertado para regresar a la rutina de cada día y a ese fatídico 19 de agosto que nunca quiero que llegue, pero que lo hace el muy cabrón. Pero lo mejor es que ya queda un día menos para el próximo San Roque, y ahí estaremos como siempre desde hace más de 25 años y como no podía ser de otra manera. Al pie del cañón, Dios mediante y si el tiempo no lo impide y lo permite también la autoridad. Y que Viva San Roque, y el pijo del tío Bernardo.
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